Este 27 de octubre los colombianos se dan cita para ejercer su derecho al voto, ejercicio democrático que permitirá elegir 32 gobernadores, 1.101 alcaldes, 418 diputados, 12.063 concejales y 6.814 ediles.

Nombres de políticos de diferentes corrientes partidistas que regirán los destinos de cada departamento, municipio y localidad del país; sujetos que de la bipolaridad, demarcaciones, enfrentamientos y señalamientos propios de la plaza pública, como eje de acción electoral, pasan a la administración de recursos.

Candidatos que en campaña prometen infinidad de alternativas para superar los problemas locales, descalifican las acciones de quienes actualmente ocupan los cargos a los que aspiran y denigran de la reputación o capacidad propositiva de sus contrincantes. Actividad democrática que está sustentada en la Constitución Nacional de un estado social de derecho, como el colombiano, y hace parte de una acción participativa impactada por fuertes índices de abstención. Retracción de sufragios juveniles, y de antiguos electores, que se cansaron de los incumplimientos, corrupción y mal querencias de la clase política.

Escenario democrático que en el caso de Bogotá trae a la memoria lo ocurrido el 25 de octubre de 2015, fecha en la que, con una abstención del 48,45%, Enrique Peñalosa con el 33,18% de los votos superó con un 4,66% de los sufragios a Rafael Pardo; apretada contienda en las urnas que dio un giro de 180º a la corriente política de izquierda capitalina que solo consiguió el aval del 18,29% de los electores. Castigo evidente de los ciudadanos a la ineficiencia administrativa y la corrupción de los gobiernos ejercidos por el Polo Democrático que trajo consigo un cambio drástico de la visión de ciudad y aumentó la polarización ideológica de los habitantes de la capital.

Tres años de déficit presupuestal y obras comprometidas que dejaron bajo margen de maniobra a la administración Peñalosa y defraudaron a sus electores, atmósfera hostil que se sumó a la testarudez constante del gobernante y la inoperancia distriltal que se quiere hacer ver, al final del periodo, como “impopular, pero eficiente”. Entorno de errores y aciertos que deja en el haber, a futuras administraciones, un amplio endeudamiento de la ciudad para el desarrollo de obras viales, infraestructura de recuperación de ciertos sectores, reorganización de la red hospitalaria, implementación del sistema metro, entre otros proyectos. Herencia operacional que compromete la autonomía monetaria de la próxima alcaldía de Bogotá y delínea el marco de acción para el futuro y progreso social de la ciudad.

Crisis política y de credibilidad de Enrique Peñalosa que es aprovechada por cuatro candidatos para estructurar una propuesta de gobierno y luchar por llegar al Palacio de Liévano: Hollman Morris de una izquierda recalcitrante, Claudia López de corriente de centro–izquierda que integra a los simpatizantes de discutidas administraciones anteriores de Bogotá, Carlos Fernando Galán con sus ideologías de centro desmarcándose de la política tradicional de la que hizo parte en el partido Cambio Radical y Miguel Uribe Turbay de centro–derecha buscando la continuidad de la visión ‘peñalosista’.

Campaña política polarizada que distante de propuestas contundentes e innovadoras atiza la indecisión del electorado capitalino y genera un clima de incertidumbre en la jornada de este 27 de octubre, pues los sondeos de opinión hablan de un voto–finish entre Galán y López.

Hollman Morris, del Movimiento Mais, y con el apoyo irrestricto, por descarte, de Gustavo Petro concentra su eje de campaña en un metro subterráneo, que ya no podrá ser, la integración de la ciudad–región a través del tren de cercanías y el apoyo logístico del tranvía. Atmósfera de movilidad convergente con temas ecológicos, respeto de la vida animal y defensa y protección de la libertad y los derechos del ciudadano. Oposición total a la actual visión de ciudad y que daría al traste con lo poco bueno que se diseño, proyectó y ejecutó en la administración de Enrique Peñalosa.

Claudia López, de la Alianza Verde, perdió la amplia ventaja que la acompañaba al principio de su campaña por sus incongruencias, cambios de parecer constantes y posturas divergentes y evidentes que generan inestabilidad política al interior de la campaña; fisuras internas como las que generaron adhesiones poco certeras y que contribuyeran al propósito electoral. Sus principales apuestas programáticas están concentradas en dar continuidad a la segunda línea del metro, ya proyectada por Peñalosa, la lucha contra la corrupción –de la cual señalaba antes a algunos que ahora trabajan con ella–, la ecología, la seguridad y el oportunismo electoral encarnado y explotado en la figura de Antanas Mockus y su cultura ciudadana.

Carlos Fernando Galán, independencia exaltada desde la imposibilidad de revivir el Nuevo Liberalismo, de su padre, y la divergencia ideológica, política y estructural con Cambio Radical. Compromiso irrestricto con la seguridad, la institucionalidad y la confianza del ciudadano en sus órganos de administración y la fuerza pública. Como es natural, dado el legado de Luís Carlos Galán Sarmiento, una eventual administración de este novel político tendrá importantes vertientes de actuación en la educación pública y privada.

Miguel Uribe Turbay, de coaliciones políticas tradicionales, es el candidato con mayores vasos comunicantes con el gobierno de Enrique Peñalosa, pues hizo parte del mismo como Secretario de Gobierno. Como es de esperarse propone dar continuidad y finalización a las obras propuestas en la actual administración, reducir la inseguridad, apostar por la productividad y la movilidad integrada de la ciudad con Metro, Transmilenio y TransMicable. Su campaña no ha logrado despegar por los nexos con la clase política habitual y el desgaste propio del ciudadano con la idea de ciudad y la corrupción de los legendarios partidos colombianos.

Propuestas obvias que hacen esguince al impacto migratorio en la ciudad y su incidencia en la seguridad, el desempleo y los fenómenos sociales en cada una de las 20 localidades de Bogotá. Agenda programática que recibe apoyo “desinteresado y sin esperar nada a cambio” de la industria cervecera y lechera, el sistema bancario, el sector productivo y agrario, las firmas de construcción, entre otros. Variación de inversión monetaria que ronda cifras que superan los 2.000 millones de pesos, apoyo concentrado principalmente en los candidatos Carlos Fernando Galán y Claudia López que comandan la intención de voto en las encuestas.

Diatriba política que llama a pedir a los ciudadanos cabeza fría para tomar su decisión de voto alejada de las presiones de tradicionales políticos, influyentes periodistas y líderes de opinión. Apartados del tema de género y las polarizaciones ideológicas el voto de opinión ciudadana debe tomar un peso importante que se identifica con la solución de los problemas que aquejan el entramado social de los Departamentos, Municipios y Localidades del país. El modelo de ciudad requiere de un voto útil distante de la resistencia que generan ciertas figuras políticas, los cambios de parecer momentáneos y políticamente convenientes en campaña. Este es el momento de pronunciarse en las urnas y con contundencia dar un golpe certero a la inseguridad y corrupción que ronda los escenarios locales.

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Este domingo se conocerá la efectividad de las estrategias e intríngulis político por hacerse a los cargos del poder local… #Opinión de Andrés Barrios Rubio en Pulzo “Politiquería, abstención e indecisión se confrontan en definición del destino regional”

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