Estos tres medios, en sus editoriales, se suman este miércoles a El Espectador y Caracol Radio, que la víspera también criticaron a Gustavo Petro por invitar a sus seguidores a no pagar recibos de servicios públicos y no enviar a sus hijos a los colegios.

El llamado de Petro a esa desobediencia busca rechazar lo que él denomina “ilegitimidad” del Gobierno del presidente Iván Duque.

El Espectador sostuvo en su editorial que la actitud de Petro es un llamado a los colombianos a que “pateen la mesa de las instituciones”, y calificó los argumentos del político de “amañados” y su lenguaje de “catastrófico”. También dijo que el líder de la Colombia Humana “está utilizando una estrategia típica de populistas de izquierda y derecha: destruir la legitimidad del Gobierno a toda costa para crear una narración de ‘ellos’, los criminales, contra ‘nosotros’, la ciudadanía”.

Iván Duque y Gustavo Petro

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Gustavo Gómez, director del programa ‘6 AM Hoy por hoy’, de Caracol Radio, acogió la tesis del influyente diario capitalino “desde la primera hasta la última letra” y agregó que lo hacía “con la esperanza de que compartamos todos un mismo alfabeto y de que con él [con el alfabeto que propone] construyamos esa paz que les hemos ido reclamando a las armas y que no puede perecer por el peso de palabras que separan”.

Este miércoles, El Tiempo califica de “irresponsables” los llamados de Petro a sus seguidores para optar por el camino de “una mal llamada desobediencia civil”, a las consignas del político de izquierda las tacha de “polarizantes e incendiarias” con un “tufillo oportunista”, y a sus discursos los cataloga de “maniqueos”.

“Paradójicamente, quien tantas veces se ha presentado como progresista plantea una vieja y dolorosa fórmula que ha sido el gran karma de nuestra trayectoria como nación: la de desconocer las reglas de juego cuando estas no resultan favorables y, acto seguido, juntar todos los elementos necesarios para el incendio”, agrega El Tiempo en su editorial. “Pareciera como si el objetivo fuera un caos atizado por el inevitable odio que resulta de solo admitir como válida una única visión del orden social”.

En el mismo tono de los medios anteriores se pronuncia El País, de Cali, para el cual, la política que practica Petro es la del “escándalo y la mentira”, “sembrando la discordia y sin ofrecer soluciones”.

“Petro, quien ha sido favorecido de una amnistía como guerrillero activo, que tiene sindicaciones por recibir recursos en efectivo que no ha explicado ante la Justicia, ahora pretende erigirse como la conciencia moral, descalificando a quien se le ocurra y amenazando con paralizar a Colombia y demandarla en cortes internacionales”, reprocha el diario caleño y, como El Espectador, descalifica el hecho de que Petro pretenda “desconocer los diez millones de votos que acompañaron a quien es el Mandatario Constitucional de nuestra Nación”.

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“Es el oportunismo disfrazado de desobediencia civil que se mezcla con sarcasmo, mentiras y cinismo de la peor laya para tratar de convertirse en el falso líder de la inconformidad”, sigue este periódico en su editorial. “Es claro que con sus actitudes el senador pretende utilizar los medios de comunicación para conseguir que se refieran a él, apropiándose así del escenario en momentos difíciles para nuestra sociedad. […] Lo que está haciendo […] Petro no es una oposición sana y constructiva sino el aprovechamiento descarado de las libertades para destruirlas mediante el populismo mentiroso que aprovecha la confusión para sembrar el odio y la división […]”.

Para El Nuevo Siglo, el llamado de Petro a la desobediencia “es una demostración palmaria de la fragilidad política en que se encuentra”. Pero, además, advierte que la “pretensión cardinal” del político consiste en “seguir polarizando a la sociedad para sacar tajada de la discordia que se pretende suscitar. Es ahí donde radica la estrategia: producir la anarquía como formulación política para luego presentarse de redentor. En suma, el viejo truco del mesianismo”.

La conducta de Petro, añade este diario, “no es extraña en quienes tienden a matricularse en un extremismo aparentemente valeroso que, a su vez, es la pecera de quienes suelen sentirse incómodos y no hallan lugar dentro de los cauces democráticos soportados en las instituciones. Por el contrario, el valor está en defender las ideas y las convicciones dentro del escenario de la democracia y usar los instrumentos a la mano para lograr su aplicación. Lo demás son camuflajes que precisamente denotan la incapacidad para desenvolverse en la lid ideológica democrática”.