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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Ago 11, 2025 - 6:29 am

Los asesinatos de los cinco aspirantes a la presidencia de la República ocurridos en los últimos cuarenta años en Colombia tienen un solo denominador común: la relajación (provocada o no) de sus esquemas y medidas de seguridad, la guardia baja. Los agresores estudiaron y aprovecharon de manera letal su vulnerabilidad.

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Por eso cayeron Jaime Pardo Leal en 1987 en una vía de La Mesa (Cundinamarca), Luis Carlos Galán en 1989 en la plaza del municipio de Soacha, Bernardo Jaramillo Ossa en 1990 en el Puente Aéreo de Bogotá, Carlos Pizarro Leongómez un mes después en pleno vuelo de un avión de Avianca y Miguel Uribe Turbay el pasado 7 de junio en un parque del barrio Modelia, en el occidente de Bogotá.

Pero solo dos de ellos fueron blanco de las balas en las circunstancias que más aprecian los políticos: el contacto con sus seguidores. Eso lo disfrutan con especial fruición, pues ven que sus palabras, sus ideas y sus mensajes desatan emociones y provocan aglomeraciones, en medio de las cuales, por desgracia, se esconden sus verdugos.

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Ese es el caso de Galán Sarmiento y Uribe Turbay, atacados cuando estaban sobre tarimas. Uno percibido como virtual ganador de las elecciones de 1990 al que había que quitar del camino a toda costa por ser favorable a la extradición de narcotraficantes, y el otro que apenas comenzaba su campaña como precandidato del Centro Democrático para las elecciones de 2026, cuya muerte habría sido concebida con el único fin de desestabilizar al país. Las investigaciones dirán la verdadera razón.

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En realidad, Galán Sarmiento nunca alcanzó a dirigirles ni una sola palabra a los miles de seguidores que abarrotaban, la noche del 18 de agosto de 1989, el parque central del municipio de Soacha, al sur de Bogotá. Llegó entre empujones de su escolta y los asistentes, se subió a la improvisada tarima que estaba dispuesta para su discurso (unas plataformas de madera instaladas sobre estructuras de andamios) y comenzó a saludar agitando sus brazos.

Ese momento y la disposición del cuerpo de Galán Sarmiento (con las manos arriba, lo que hiso subir el chaleco antibalas que tenía, desprotegiendo su abdomen) fueron aprovechados por los asesinos del cartel de Medellín que se habían escondido debajo de la tarima. Le dispararon ráfagas de ametralladora y una de las balas impactó fatídicamente a Galán Sarmiento en la aorta abdominal.

Por seguridad, y para evitar un eventual remate por parte de sus asesinos, Galán Sarmiento no fue llevado al hospital de Soacha, sino al de la localidad vecina de Bosa. Fue trasladado en uno de los vehículos de su comitiva, aún con vida y consciente, pero mortalmente herido. Luego fue llevado al Hospital de Kennedy, en Bogotá, pero en el recorrido falleció.

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En cambio, Uribe Turbay sí alcanzó a dirigirse a los seguidores que habían atendido la invitación de su campaña para escucharlo. Ese 7 de junio pasado, después de ingresar a algunos establecimientos comerciales del sector para saludar, fue hasta la tarima que habían improvisado para él: una simple canasta de mercado, a la sombra de un árbol.

Desde allí les habló a los asistentes durante un poco menos de un cuarto de hora. Fiel a su estilo, no solo fue a echar su discurso, sino que invitó a quienes lo escuchaban a hacerle preguntas para respondérselas. Atento a los interrogantes, comenzó a resolverlos. Hablaba de salud mental y señalaba con el índice izquierdo su cabeza, como diciendo ‘aquí me van a disparar’. En ese momento fue impactado en dos oportunidades por las balas del sicario, un menor de 15 años.

Uribe Turbay fue subido a un vehículo para su traslado a un centro asistencial, pero milagrosamente al lugar llegó una ambulancia que lo llevó a la Clínica Medicentro Familiar, en Fontibón. De allí, hacia las 8:00 de la noche, fue llevado a la Fundación Santa Fe, en donde después de dos meses de lucha por su vida, finalmente falleció.

Otra de las semejanzas entre los casos de Galán Sarmiento y Uribe Turbay perturba. En ambos hechos ha quedado establecida la modificación-reducción de sus esquemas de seguridad. El de Galán Sarmiento fue cambiado, pese a la lluvia de amenazas en su contra, poco antes del mortal ataque, con influencia del cartel de Medellín y la complicidad de agentes del Estado.

A Uribe Turbay, y así lo confirmó el propio presidente Gustavo Petro, le redujeron su esquema de seguridad de siete a tres personas, justo el día del atentado. El mandatario calificó esa determinación como “extraña”. La familia del precandidato aseguró que el ataque se pudo haber evitado si las autoridades hubieran atendido sus solicitudes de reforzar la seguridad. El abogado de la familia, Víctor Mosquera, indicó que se presentaron más de 20 peticiones a la Unidad Nacional de Protección (UNP) para mejorar las condiciones de seguridad del senador, pero fueron rechazadas.

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