Esas denuncias las recoge el diario El País, que aclara que el académico “no ha sido condenado por el delito de acoso sexual, los señalamientos en redes sociales y los rumores de pasillo han sido tema de debate desde hace casi diez años”.

Estos datan de 2014, desde cuando el propio Currea Lugo reconoce que tuvo una relación con una alumna, la cual dice que era conocida por autoridades de la universidad donde trabajaba, pero no se opusieron a ello.

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Incluso dice que le dictó clase, pero la evaluó otro docente. Además, la supuesta exnovia asegura que ya eran pareja desde antes de que se diera la coincidencia en una clase.

“Eso no me hace ni pederasta, ni violador, ni abusador”, escribió sobre esa relación.

Sin embargo, incluso compañeros suyos confirmaron a ese medio que Currea Lugo “pedía citas extracurriculares a las estudiantes” y les hacía comentarios sugerentes, aunque el tema nunca salió de comentarios y quejas que no trascendieron formalmente.

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En su defensa, el profesor matizó los hechos como casos de “coqueteo”, de los que no pedirá perdón. Asimismo, atacó a quienes lo critican en redes sociales, incluso de sectores de izquierda que él denomina “puristas”, o bajo lo que dice que es “una falsa solidaridad de género”.

“Es posible que mi coqueteo, del que en principio no tengo que arrepentirme y ni por el cual tenga que pedir perdón, haya ofendido a alguna mujer, eso sí sería motivo de disculpa”, afirma, según El País.

Una vez conocida su designación, publicó un prolongado comunicado en el que criticó que Pedraza hablara de “denuncias” y de “abuso”, y puso en manos del presidente Petro el mantener o desistir de su nombramiento.

No pienso pedir perdón por ser varón heterosexual y me parece muy bajo definir a una persona sobre la edad de su pareja”, añadió, refiriéndose al cuestionamiento por su exnovia menor que él.

Por eso, insistió en pedir respeto a su presunción de inocencia y dijo que el hecho de que la solidaridad de género implique que a las presuntas víctimas se les crea sin el debido proceso es algo que hace daño al feminismo.

“Dejar la decisión final en manos del presidente no implica, de ninguna manera, una aceptación implícita de culpabilidad de mi parte, sino simplemente una priorización de mi salud mental. Callaron por años y ahora resucitan el tema ¿por qué ahora?”, sostiene.