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“Yo vivo mucho más abajo y en mi casa se sintió como cuando hay un temblor de tierra, pero muuuuuy fuerte, como si fuera ahí mismo; el perro era desesperado, aullaba, y gritaba, y se sentían que los árboles hacían un sonido como ¡crac, crac”, como cuando uno está desyerbando”.
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Así relató Yenifer Yalí, una habitante de El Pinar, en el límite de Bello con Medellín, el momento en que se produjo el alud que sembró de tragedia su barrio: hasta ahora el informe oficial de las autoridades va en ocho personas muertas y cinco heridas, pero los vecinos aseguran que hay más personas enterradas en las viviendas que quedaron sepultadas por la tierra.
La alcaldesa de Bello, Lorena González, informó que han tenido que ser evacuadas por lo menos diez viviendas que quedaron con un alto grado de deterioro por la acción del material que las cubrió.
La tragedia comenzó a las 3:25 a.m. de este martes, según informó la mandataria local. Yenifer apunta que a esa hora, el estruendo inicial fue seguido por los gritos de ¡se viene el morro!, ¡se viene el morro!, ¡se viene el morro! emitido por varios vecinos, y de inmediato cada cual salió como pudo huyendo. Unos llevaban colchones, otros tomaron los televisores hacia la parte baja del sector.
Pero luego del temor oficial tomaron camino hacia la parte superior para buscar a sus vecinos que sospechaban estaban debajo de la inmensa cantidad de tierra que se desprendió.
Hasta ahora las autoridades no han divulgado las identidades de las personas que fallecieron ni de los lesionados que fueron trasladados a centros asistenciales del Valle de Aburrá.
Sin embargo, Yenifer asegura que entre las víctimas mortales estaría una vecina de nombre Paula, que era una mujer muy conocida entre la comunidad. Igualmente, estaría Ricard, el esposo de esta y dos hijos. Dos habitantes más de la misma casa, hijos de la pareja habrían sido rescatados -un bebé de un año y otro niño de seis años- pero otros dos permanecían desaparecidos cuando se produjo esta conversación.
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“Como que a la muchacha (Paula) la encontraron en pijama, como que no sintió lo que le cayó encima. Y el esposo como que trató de poner a las dos niñas a salvo, pero en esas se le vino encima la avalancha”, añade Yenifer.
Entre los rescatados por la comunidad y los organismos de socorro presentes en el área también estaría doña Marina, la dueña de una tienda, que “salió muy mal, pero está viva -según Yenifer-. La sacamos a las seis de la mañana y en su casa están escarbando para ver si encuentran a sus hijos. Es una viejita de unos 70 años”.
Otro rescatado fue un hombre de la costa que habría resultado malherido, y cuya esposa es buscada en el lodo.
Tanto los cuerpos como los heridos son llevados inicialmente a la sede comunal de Altos de Oriente, el barrio vecino, de Medellín, y desde allí también se coordina la atención de la emergencia.
“Lo que necesitamos es que nos ayuden con palas y picas, porque donde esto se siga viniendo, los mismos que estamos escarbando podemos chupar”, fue el llamado de Yenifer.
Esta mujer habita con su esposo en El Pinar desde hace 14 años; ambos se dedican a la latonería y la pintura de carros. “Gracias a Dios, mi casita no sufrió”, dijo.
Recordó que hace dos a tres años ocurrió un deslizamiento similar, pero menos grave. La causa, según ella, podrían ser las marraneras ubicadas en la parte superior de esta cúspide que marca la transición del área urbana con la rural del Valle de Aburrá. En ellas, apunta, hay tanques donde se represa el agua de las quebradas y posiblemente estos se habrían taponado de manera que el agua buscó salida por donde pudo, arrasando con el morro y ocasionando la avalancha.
Se trata de una zona donde abunda la construcción de viviendas, ya sea mediante el mecanismo de la invasión o el loteo pirata. Algunas son de tablas y otras de materiales permanentes. Las casas destruidas por el alud serían de las más nuevas que han levantado por allí.
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