“Fue el camino que eligió para protestar por los episodios violentos que ocurrieron el pasado 6 de marzo dentro de la universidad y en el que resultaron heridas tres personas y destruidos algunos salones”, dice El Espectador.

En las imágenes que circulan en redes sociales se le ve sentado en un pupitre, en sudadera y descalzo.

El sacrificio no será mayor: su ayuno es de solo 12 horas, que debe concluir hoy.

El artículo continúa abajo

Invocando la autonomía universitaria, Adolfo León Atehortúa rechazó la semana pasada la advertencia del alcalde Bogotá, Enrique Peñalosa, de que la fuerza pública ingresaría a la Universidad en caso de nuevos desórdenes, y terminó justificando la violencia.

“La Universidad… no es ajena a los conflictos que vive el país. De la misma manera como ocurre en otras universidades, de la misma manera como individuos armados entran a las aulas escolares en Estados Unidos y propician masacres, nuestra universidad no escapa a esa situación que tenemos en Colombia, donde no hemos podido encontrar una paz completa, duradera, definitiva, conforme se ha propuesto en los acuerdos (de la Habana)”, dijo Atehortúa, en una argumentación bastante discutible.

A pesar de que Atehortúa podría apoyar su tesis de la autonomía en normas y reglamentos, hay quienes sostienen, dentro del mismo estado colombiano, que esta se refiere fundamentalmente a temas académicos y administrativos.

Pero Atehortúa no está solo: hay quienes llegan a invocar hasta la inviolabilidad del domicilio –garantizada por la Constitución- para justificar que la fuerza pública no pueda entrar.

No obstante, esa tesis presume que el ingreso se da sin razón, espontáneamente, arbitrariamente, y no que está en curso un delito, como ocurrió esta semana cuando los encapuchados atacaban a la fuerza pública con explosivos, poniendo en riesgo a civiles indefensos.

Hasta con las disposiciones del Código de Policía, esta podría entrar a la Universidad, sin necesidad de una orden judicial.

Como remate sorprendente de su argumentación ‘académica’, y sin que nadie lo hubiera sugerido, Atehortúa dijo que no se puede “caer en la teoría de Trump de armar a los docentes”. ¿Quién dijo eso? Precisamente, el Estado quiere asumir el problema, primero para proteger la vida, y segundo, para que no lo tengan que asumir los ciudadanos y la universidad.