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El caso de Efraín Antonio Vélez Giraldo, condenado mediante un preacuerdo judicial a 18 meses de prisión por tentativa de hurto en un punto de apuestas Susuerte en Viterbo, ilustra las dinámicas delictivas características de pequeñas localidades en Colombia. En este incidente, Vélez Giraldo agredió a una empleada con el objetivo de apoderarse de 4,3 millones de pesos, aunque la intervención inmediata de la Policía Nacional impidió la consumación del delito. Tras ser detenido, Vélez Giraldo aceptó un preacuerdo que rebajó su responsabilidad de autor a cómplice, incluyendo una obligación de indemnizar. La condena se cumplirá en un centro penitenciario asignado por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), sin posibilidad de detención domiciliaria o suspensión condicional, pero con opción de solicitar libertad condicional tras cumplir tres quintas partes de la sentencia, como informó el medio La Patria.
Este resultado judicial debe analizarse dentro de un contexto más amplio. Datos del Ministerio de Justicia y del Derecho de Colombia muestran que los delitos contra el patrimonio, especialmente el hurto, saturan el sistema penal. El Inpec reportó en 2024 un hacinamiento carcelario cercano al 51 %, realidad que impulsa el uso frecuente de preacuerdos para aliviar la congestión y acelerar resoluciones. Sin embargo, esta herramienta legal es tema de debate por su impacto en la proporcionalidad de las penas y el papel secundario reservado a las víctimas, de acuerdo con la abogada penalista María Fernanda Gómez de la Universidad de los Andes.
En el caso de Vélez Giraldo, el preacuerdo significó una reducción en la gravedad del delito atribuido. Ejemplos similares son comunes en la justicia colombiana, ya que permiten demoras menores y menos carga procesal, aunque exigen que las sanciones sigan siendo proporcionales y garanticen cierto equilibrio entre celeridad y justicia real para las partes involucradas. Gómez señala la importancia de esta vigilancia, especialmente cuando la voz de la víctima tiene poca incidencia en la negociación de penas.
La actividad recurrente de hurtos en sitios de apuestas como Susuerte, típicamente vulnerables y en zonas con limitada oferta laboral, refleja una problemática social de fondo. Tanto los reportes académicos de la Universidad Nacional como investigaciones periodísticas coinciden en que la inseguridad en estos establecimientos lleva a la población local a vivir con temor e incertidumbre.




El operativo policial que frustró el robo destaca la importancia de una respuesta estatal dinámica ante delitos menores pero recurrentes. No obstante, informes recientes de la Fiscalía General de la Nación subrayan que la capacidad investigativa en municipios pequeños sigue viéndose restringida por recursos limitados y escasa formación especializada. En consecuencia, la eficiencia policial y la aplicación de preacuerdos dependen en gran parte de la estructuración de políticas públicas que prioricen tanto la prevención como la respuesta efectiva desde el sistema judicial.
Este caso refleja también la tendencia del sistema penitenciario colombiano, que focaliza esfuerzos en reducir la reincidencia criminal y promover la reinserción social, incluso cuando la prisión domiciliaria se reserva para delitos sin violencia. Según directrices recientes del Ministerio de Justicia, para infracciones que involucran agresión directa, la justicia opta por sanciones efectivas de privación de libertad, priorizando el encierro sobre otras alternativas. Así, la situación en Viterbo ejemplifica las tensiones entre prevención, sanción y reintegración social dentro de la justicia penal en regiones vulnerables.
¿Qué requisitos debe cumplir un condenado para optar por la libertad condicional en Colombia?
La pregunta surge porque, en muchos casos judiciales, la posibilidad de acceder a la libertad condicional representa una puerta a la reinserción temprana de quienes han sido privados de su libertad. En contextos como el presentado, donde la persona condenada no tiene derecho a prisión domiciliaria ni a suspensión condicional de la pena, la libertad condicional se convierte en la opción inmediata después de cumplir una parte significativa de la sentencia en un establecimiento penitenciario.
En Colombia, la libertad condicional depende principalmente de haber cumplido tres quintas partes de la pena impuesta y demostrar buen comportamiento, así como evidenciar un proceso efectivo de resocialización. La decisión debe ser autorizada por el juez de ejecución de penas tras un informe favorable del Inpec. Este mecanismo tiene como objetivo reducir el hacinamiento carcelario y fomentar la adaptación progresiva del condenado a la vida en sociedad.
¿Qué significa un preacuerdo judicial y cuál es su impacto en la justicia penal colombiana?
Esta inquietud es relevante porque los preacuerdos se han consolidado como herramientas clave para desatascar el sistema judicial colombiano, particularmente en delitos como el hurto. Un preacuerdo judicial es una negociación entre el acusado y la Fiscalía en la que el primero acepta su responsabilidad a cambio de beneficios como reducción de la pena o modificación de la calificación del delito.
El impacto de los preacuerdos ha sido objeto de discusión pública y académica. Si bien contribuyen a una pronta resolución de casos y alivio de la congestión judicial, existe preocupación respecto al equilibrio entre la eficiencia procesal y el derecho de las víctimas a una justicia efectiva. Por esta razón, la transparencia y el control judicial en la aprobación de estos acuerdos son esenciales para mantener la credibilidad y equidad del sistema penal.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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