La embajadora Alicia Arango, notable integrante del Centro Democrático, al punto de que para muchos es la mano derecha del líder de esa colectividad política, Álvaro Uribe, se pronunció en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Es obvio que Arango, como representante del país y de su gobierno (del Centro Democrático), debe manifestarse de manera diplomática, y más hacia China en un momento en que, por ejemplo, Colombia recibirá el próximo mes de ese país más de 8 millones de vacunas de Sionvac contra el Coronavirus.

Cuando entregó sus credenciales ante la ONU, en febrero pasado, Arango “reafirmó el compromiso del Gobierno de Colombia con la agenda multilateral y su decisión de fortalecer el trabajo […] en asuntos relativos a los derechos humanos, la migración y las políticas laborales”, y también hizo “especial énfasis” en la necesidad de “aunar esfuerzos con la Organización Mundial de la Salud para hacer frente a la crisis sanitaria causada por la pandemia del COVID-19”, dice un reporte de la Cancillería.

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Pero sus más recientes declaraciones llamaron la atención de algunos por el hecho de que resulta paradójico que el uribismo ataque al comunismo y a la izquierda en Colombia, pero halague a la China comunista afuera.

Encontramos mérito en las intervenciones realizadas sobre los avances en materia de derechos humanos, económicos y sociales en la República Popular de China, así como en mejorar los niveles de vida de su población y mantener la estabilidad social y reducción de la pobreza”, dijo Arango durante la más reciente sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

En su intervención, abrió un espacio para el tema de la pandemia y las vacunas. “La República Popular China ha demostrado, adicionalmente, un espíritu de cooperación y solidaridad internacional incuestionable para un acceso oportuno y seguro de las vacunas contra el COVID-19”.

Y cerró su comentario favorable con un agradecimiento. “Reconocemos el apoyo que nos ha prestado China y creemos que solo el multilateralismo, la cooperación y la solidaridad internacionales nos permitirán abordar los desafíos globales y promover los derechos humanos el desarrollo y la prosperidad”.

Una voz muy reconocida que declaró su extrañeza, sin mencionar el aspecto político, por supuesto, fue la de José Miguel Vivanco, director ejecutivo para América de la ONG Human Rights Watch, que se plantea dos preguntas: “¿Qué hace Colombia elogiando la situación de DDHH en China? ¿No saben que China está gobernada por una dictadura que comete violaciones sistemáticas de DD.HH.?”.

La dimensión política se la dan en Colombia otras miradas como la del subdirector de la fundación Paz y Reconciliación, que asegura que Alicia Arango “la uribista más uribista, la mano derecha (literal) de Uribe defiende y alaba al régimen comunista de China”.

Otros, por esa misma línea, llegan al extremo de decir que por el hecho de que Arango aplauda el manejo de derechos humanos en China, el Centro Democrático “está a nada de inaugurar una estatua de Mao en la plaza de Bolívar”.