El penal, situado a 3,5 kilómetros de la capital del Cesar, en la vía que lleva al corregimiento de La Mesa, no es extraño para el también reconocido jefe de sicarios del abatido narcotraficante Pablo Escobar, pues allí terminó de pagar, el 26 de agosto de 2014, una pena de 24 años de prisión por, entre otros crímenes, el asesinato de más de 3.000 personas por su propia mano.

Y le dicen ‘La Tramacúa’ por su tamaño, pues en la Costa utilizan ese término para cosas grandes o desproporcionadas. Pero también es reconocida porque en ella pagan sus penas (o las pagaron ya) delincuentes cuyos crímenes han estremecido al país, esos a los que los periodistas judiciales califican con los recurrentes apelativos de “monstruos” o “bestias” por la brutalidad de sus acciones.

En un perfil del penal, Miguel Barrios, de El Heraldo, relaciona, por ejemplo, que allí acaba de llegar Rafael Uribe Noguera, asesino de la niña Yuliana Samboní, y desde diciembre entró el expolicía Levith Rúa Rodríguez, presunto violador en serie, conocido como ‘la Bestia del Matadero’, señalado de haber abusado sexualmente y asesinado a una estudiante del Sena en el Atlántico.

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Desde hace ya varios años, en ‘La Tramacúa’ pasa sus días Luis Alfredo Garavito, también conocido como ‘La Bestia’, el mayor violador y asesino de niños en Colombia, a quien se le atribuyen al menos 200 crímenes. “Para la Fiscalía General de la Nación y organismos judiciales, es el segundo homicida en serie del mundo”, dice Barrios.

Pero también están Luis Gregorio Ramírez Maestre, asesino en serie de mototaxistas, calificado por la prensa como ‘el Monstruo de Tenerife’, condenado a 34 años por el asesinato de Jhon Jairo Amador de la Rosa, de 19 años; y Manuel Octavio Bermúdez, ‘el Monstruo de los Cañaduzales’, que se hacía pasar como vendedor de paletas para contactar niños en varias regiones de Valle del Cauca y a quien se le atribuyen al menos 20 violaciones y asesinatos de menores.

Por ‘La Tramacúa’ también pasaron Camilo Torres Martínez, alias ‘Fritanga’, un narcotraficante capturado en 2012 y luego extraditado a Estados Unidos, y los temibles exguerrilleros de las Farc Anayibe Rojas Valderrama, alias ‘Sonia’; Pedro Pablo Montoya, alias ‘Rojas’, y Wílmar Antonio Marín, alias ‘Hugo’.

El penal, en suma, es duro, al punto de que un interno escribió en 2015 un artículo publicado por Las 2 Orillas en el que relata las severas condiciones en que viven los reclusos y da razones para explicar por qué no es un exabrupto llamar también a esa cárcel “campo de concentración”, “centro de tortura”, “depósito de seres humanos”, “cementerio de libertades”, “Guantánamo de Colombia” o “Gulag”.

De allí salió hace ya casi cuatro años ‘Popeye’, como si nada: siguió sorprendiendo a la sociedad con su orgullo por ser el ‘general de la mafia’ (autodenominación que se tatuó), por haber sido la mano derecha del mayor narcotraficante que haya conocido el mundo y por los crímenes que cometió. Incluso, se convirtió en una figura que expele sus ideas y valores ceñidos al mundo delincuencial y canero en las redes sociales.

Hoy vuelve a ‘La Tramacúa’ señalado de unos crímenes más.