Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína del mundo, pese a la disminución de cultivos. Esto se debe a que los laboratorios se han sofisticado y vuelto más eficientes, según la ONU.

La producción de cocaína en el mundo alcanzó un máximo histórico en 2020, con un crecimiento del 11 por ciento con respecto a 2019, y llegó a las 1.982 toneladas, a pesar de la estabilización en la zona de cultivo de arbusto de coca, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). Colombia representa el 62 por ciento de esa producción mundial.

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Las incautaciones mundiales también aumentaron, a pesar de la pandemia de COVID-19, a un récord de 1.424 toneladas en 2020. Los datos sugieren que el tráfico de cocaína se expande a otras regiones fuera de los principales mercados de América del Norte y Europa, con niveles crecientes de tráfico hacia África y Asia.

Estas cifras reflejan el aumento “de los niveles de producción de cocaína, en particular en Colombia, donde, a pesar de una clara disminución del área bajo el cultivo de arbusto de coca, hubo una concentración constante del cultivo en áreas con altos niveles de rendimiento y producción sofisticada, lo que resulta en laboratorios de alta eficiencia”, dice el informe.

Colombia, más eficiente en la producción de cocaína

En efecto, durante 2020, en el país se registraron 143.000 hectáreas de cultivos de coca, que representa una disminución de 7 por ciento en comparación con 2019. Asimismo, hubo un descenso del 9 por ciento de las áreas productivas de cultivo.

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En todo caso, Colombia sigue siendo el país con mayor cantidad de cultivos, pues representa el 61 por ciento del total mundial.

Sin embargo, a pesar del descenso en la siembra, la producción potencial de esta droga en el país aumentó 8 por ciento y llegó a 1.228 toneladas en 2021, “debido a mayores rendimientos y tasas de eficiencia de laboratorio”, revela el informe.

El rendimiento promedio de la hoja de coca fresca cosechada por hectárea de cultivo de arbusto aumentó un 10 por ciento —de 5,8 toneladas en 2019 a 6,4 toneladas en 2020—, mientras que la cantidad total de clorhidrato de cocaína obtenida de una hectárea de cultivo productivo de arbusto aumentó un 18 por ciento, de 6,7 kilogramos en 2019 a 7,9 kilogramos en 2020″, explica la UNODC.

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El análisis también aborda la relación entre el conflicto y la producción; el tráfico o la provisión del mercado de estupefacientes que “en muchos casos se superponen geográficamente. Ejemplos notables incluyen Afganistán y Colombia, que tenía insurgencias de larga data en el pasado y que, en conjunto, son responsables de una parte significativa de la fabricación de heroína y cocaína a nivel mundial”.

En este sentido, “en Colombia, el cultivo de arbusto de coca y el tráfico fueron fundamentales” para las Farc, indica el informe.

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Pero agrega que, “cuando las Farc acordaron dejar de participar en el negocio de las drogas como parte del acuerdo de paz de 2016, los cultivos de coca no disminuyeron a nivel nacional, en parte, porque no todos los grupos armados no estatales firmaron el acuerdo”.

El reporte también informa que los cultivos aumentaron en zonas donde “algunos campesinos sembraban coca” con el fin de “calificar para pagos del Gobierno para cesar el cultivo y, como resultado, la producción alcanzó un récord en 2017“.