No cesa la búsqueda de los cuatro hermanos desaparecidos en la inhóspita selva del Guaviare, luego de que la aeronave en la que viajaban con otros tres adultos se precipitara a tierra.

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Los menores, que ya cumplieron más de un mes deambulando en la selva, han ido dejando a su paso rastros de su supervivencia, lo que ha mantenido la fe entre los uniformados de las Fuerzas Militares de hallarlos pronto y con vida.

De hecho, hace unos días el comandante de la Operación Esperanza, el general Pedro Sánchez, reveló en entrevista con la W Radio que uno de los uniformados que trabaja en el operativo estuvo a 100 metros de los niños, lo que aviva aún más la confianza e ilusión de encontrarlos.

Muy seguramente hemos pasado a 100 o 200 metros, por ejemplo, los últimos indicios que hemos encontrado es que una de nuestras unidades pasó a 100 metros de uno de ellos. Por otros indicios, por la precisión de uno o dos días a escasos 40 metros, pero eso a 20 metros en la selva no se observa; sin embargo, aunque han aplicado todos los patrones de búsqueda, no se ha encontrado nada debido a que las fuertes lluvias han borrado las pistas en la zona”, contó el general Sánchez.

Para tener más precisión en la búsqueda y guiar a los menores de edad a las tropas que trabajan en la operación; las Fuerzas Militares implementan, desde este domingo, una nueva estrategia en la selva.

Se trata de la demarcación de zonas con la denominada “cinta de la vida” para indicar caminos que podrían seguir los niños para guiarlos hacia la tropa que los busca en medio de la selva.

En esa cinta, indicó el coronel del Ejército Fausto Andrés Avellaneda, comandante de maniobra de la “Operación Esperanza” se colgaron silbatos “para que, si los niños la llegan a encontrar, puedan emitir señales audibles para nosotros”.

Cerca de 11.000 metros de la “cinta de la vida” fueron desplegados en la selva y unos 600 pitos y silbatos fueron ubicados en ella.

“Esta estrategia lo que busca es llevar a los niños y canalizar los movimientos de ellos para poderlos guiar en unas zonas que determinamos nosotros como unos puntos de paso que podrían ser obligados para tratar de que ellos se puedan guiar con las diversas cintas”, agregó el coronel Avellaneda.

Esta estrategia se suma a varias que las Fuerzas Militares han implementado en medio de la búsqueda de Lesly Mucutuy, Soleiny Mucutuy, Tien Noriel Ronoque Mucutuy y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, como los 100 kits de supervivencia con alimentos y bebidas para que los niños puedan comer e hidratarse.

También se han lanzado 10.000 volantes y utilizado equipos de perifoneo para reproducir audios y mensajes, así como reflectores y luces para guiar a los niños a las tropas que los buscan.

Ulises, el perro rastreador, ya no hace parte de la operación

Entre tanto, se conoció que Ulises, el perro rescatista que halló los refugios que habrían sido construidos por los niños en la selva, así como otros objetos que han dado esperanza de encontrarlos con vida, fue retirado de la operación hace unos días.

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El canino, de raza Pastor Belga, se enfermó luego de que mosquitos salvajes lo picaran, por lo que fue necesario retirarlo de las tareas de rastreo. El animal está fuera de peligro y ya se recupera de las picaduras.

Además de Ulises, otro perro de la misma raza, llamado Wilson, participa en la “Operación Esperanza”. Este canino fue el encargado de olfatear al menor de los hermanos y fue el que encontró la primera pista clave: un tetero rosado que posteriormente permitió el hallazgo de la avioneta estrellada en la vereda Palma Rosa, zona rural del municipio de Solano, Caquetá.

La tragedia aérea que desencadenó la desaparición de los niños se presentó el pasado 1 de mayo cuando la Aeronáutica Civil reportó la desaparición de una aeronave que cubría la ruta Araracuara (Caquetá)-San José del Guaviare (Guaviare) con siete tripulantes a bordo.

El avión Cessna C206 de matrícula HK 2803, al parecer, presentó una falla en su motor, situación que obligó al piloto a declararse en emergencia.

Dieciséis días después, las autoridades encontraron la aeronave en la vereda Palma Rosa, colgando de los árboles. En su interior estaba el cuerpo sin vida de Hernando Murcia Morales, el piloto.

En la tarde de ese martes 16 de mayo, los organismos de socorro encontraron los restos de Herman Mendoza Hernández, copiloto, y de Magdalena Mucutuy, la madre de los niños. Desde ese día las autoridades buscan incansablemente a los cuatro menores.