Las necropsias y documentos de reconstrucción balística en el caso de los tres jóvenes asesinados en Chochó (Sucre) coinciden en que hubo hechos de tortura antes del homicidio.

Los hechos violentos habrían ocurrido entre las 6:00 p. m. y las 6:17 p. m. del 25 de julio, tiempo en el que, según documentos forenses del caso, habría durado el trayecto de la camioneta de la Policía desde el “cruce de la muerte” (vía Sampués – Chochó – Sincelejo – Corozal) hasta la Clínica María Reina en Sincelejo, a donde llegaron sin vida.

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Masacre en Sucre: necropsias

El Espectador conoció las necropsias y las reconstrucciones balísticas por este caso en las que se evidencia el tipo de heridas que cada uno tenía. Los documentos son concluyentes: todos tienen un apartado que dice: “Se evidencian otras lesiones por trauma contundente […] lo cual se interpreta como varios tipos de mecanismos de lesión, que no es lo esperado en el contexto de una intervención legal por agentes del Estado”.

Esa versión la confirmó un patrullero que entregó una declaración juramentada a la Policía Nacional por esos hechos y aseguró que vio el momento en que el mayor Cristian Alberto Betancur Salamanca golpeó a uno de los muchachos en una camioneta de la Policía.

Según ese documento, los tres jóvenes recibieron impactos de bala en el tórax a menos de 60 centímetros de distancia. Carlos Ibáñez, de 26 años, incluso recibió dos disparos en esa zona del cuerpo y, según la necropsia, ambos habrían sido a corta distancia, entre 5 y 30 centímetros.

La necropsia de Carlos Ibáñez, el joven de 26 años, mototaxista y quien había sido patrullero entre 2019 y 2020, concluye que llegó con tres heridas por proyectil de arma de fuego en el tórax, la espalda y miembros superiores, además de traumas contundentes en el cuero cabelludo y la cara. “Por su número, naturaleza y ubicación, se consideran compatibles con violencia física, ejercida con la finalidad de producir dolor, lo cual permite inferir e interpretar estos hallazgos como maniobras para inmovilizar y poner en indefensión a esta persona”.

También describen una lesión circular en el cuero cabelludo que coincidiría con la descripción del patrullero que, en su versión, se refiere a un golpe contundente con un objeto sobre la cabeza de uno de los jóvenes. En este documento pericial también hay registro que en los genitales externos tenía rastros de tabaco de marihuana, aunque el informe de toxicología apunta que no había presencia de alucinógenos en el cuerpo.

“Una de las conclusiones que tenemos es que eso podrían habérselo puesto a ellos los policías para dar indicios de que eran consumidores”, asegura un asesor del equipo del senador Álex Flórez, quien ha liderado varios debates legislativos por este hecho.

En estos documentos también plantean que, según las pesquisas forenses, los dos disparos que recibió en el tórax y pecho habrían sido disparados a distancia corta, entre 5 y 30 centímetros. El impacto de bala que habría recibido en el brazo izquierdo había sido apuntado desde una distancia de entre 30 Y 60 centímetros.

Las observaciones sobre la posible tortura que habrían recibido quedaron tambien consignadas en los informes: “Según la información disponible y los hallazgos de la necropsia se conceptúa la manera de muerte como homicidio violento asociado a maniobras para causar dolor, inmovilizar y poner en indefensión”.

El informe de necropsia del joven de 18 años describe lesiones similares a las que recibió Carlos Ibáñez. “Heridas por proyectil con arma de fuego en el tórax, espalda y miembros inferiores, lesiones por trauma contundente en cuero cabelludo, cara, cuello, tórax, abdomen y miembros superiores y lesiones cortopunzantes en miembro inferior derecho”.

Jesús David recibió dos impactos de bala: uno en el tórax y uno más en la rodilla derecha, que habría sido el que recibió cuando la Policía dispersó a los jóvenes que practicaban stunt, minutos antes de la detención. Además, el informe señala que habría sido herido en tres ocasiones con arma cortopunzante en la pierna izquierda. (Una cerca de la ingle, otra en el muslo y la última sobre la rodilla).

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El informe de balística indica que el disparo sobre el tórax se efectuó a una distancia de entre 30 – 60 centímetros. El disparo que recibió sobre la rodilla derecha fue entre 60 a 150 centímetros de distancia.

La conclusión de la necropsia de Jesús David es la misma que la de Carlos Ibáñez. En palabras del forense, aunque las heridas con arma de fuego en el tórax fueron las causantes de la muerte, “por la naturaleza y ubicación de las heridas se consideran compatibles con violencia física ejercida con la finalidad de producir dolor, lo cual permite inferir e interpretar estos hallazgos como maniobras para poner en indefensión a esta persona”.

La necropsia de José Carlos, de 20 años, especifica tres tipos de lesiones: una por golpe con objeto contundente en la cabeza y la cara, otra por arma cortopunzante en la parte trasera del hombro izquierdo y la última por proyectil de arma de fuego en el tórax, lo que le habría generado una laceración cardiopulmonar que ocasionó la muerte.

“Las lesiones por mecanismo contundente y cortopunzante observadas en el cadáver, por sus características, localización y repetición, se consideran compatibles con violencia física, ejercida con la finalidad de producir dolor”, se lee en el documento forense.

Sobre las lesiones con arma cortopunzante en la parte posterior del hombro izquierdo especifican que fueron ejercidas con la finalidad de producir dolor. Además, sobre la herida que tenía en la cabeza, el informe muestra que medía 1 por 0.3 centímetros y era en forma circular. Las tres heridas de bala habrían sido apuntadas a una distancia de entre 30 – 60 centímetros.