El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
En una de las vías más transitadas del departamento de Cundinamarca, un operativo llevado a cabo por las fuerzas del orden resultó en un hallazgo alarmante: dentro de una camioneta que se dirigía hacia Bogotá fueron encontrados más de 93 kilogramos de marihuana ocultos en cuatro bolsas de fique. Según informó El Espectador, este hecho tuvo lugar el 20 de noviembre en el municipio de Nilo, donde agentes interceptaron el vehículo y descubrieron 39 paquetes envueltos en plásticos negros, los cuales tras un análisis químico preliminar resultaron ser marihuana con un peso neto de 93,3 kilos.
El procedimiento culminó con la captura de cuatro personas, identificadas como Freider Jean Carlos Montejo Camacho, Camilo Andrés González Cantor, Leni Santiago Torres Orjuela y Sara Sofía Ordoñez Gámez. De acuerdo con el reporte del medio citado, un fiscal de la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de Girardot les atribuyó la comisión del delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, cargos que ninguno de los implicados aceptó.
Además de la droga, las autoridades incautaron cinco teléfonos celulares, dos motocicletas y el propio vehículo utilizado para el transporte ilegal, elementos que quedaron bajo custodia oficial para contribuir a las investigaciones en curso. El caso refleja la puesta en marcha de estrategias policiales frente al dinamismo y la diversificación de las rutas empleadas para el tráfico de sustancias ilícitas en Colombia, una preocupación recurrente en los reportes recientes según fuentes de la Fiscalía y la Policía Nacional.
Este incidente no es un hecho aislado sino parte de una tendencia que las autoridades vienen vigilando, donde los métodos y trayectos utilizados para el narcotráfico continúan adaptándose en respuesta a los controles y a los operativos.
En el marco de esta ofensiva contra el crimen organizado, la Fiscalía reportó la judicialización de dos nuevas bandas dedicadas al tráfico de drogas. Una de ellas, denominada ‘Los Perseo’, operaba en los barrios La Gaitana, Tibabuyes, Occidental Carolina y Berlín, dentro de la localidad de Suba en Bogotá. Este grupo no solo tenía su actividad a pocos metros de dos colegios de preescolar, sino que también aumentaba el peligro al comercializar sustancias ilícitas impregnadas con gasolina, argumento que según interceptaciones buscaba “aumentar los efectos” de las drogas, conforme relató el ente acusador en declaraciones recogidas por El Espectador.
En total, durante 11 operativos de allanamiento, la Policía logró detener a 12 miembros de esta organización por los delitos de concierto para delinquir agravado y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. La investigación de la Fiscalía enfatizó la sofisticación y los riesgos adicionales que implica la distribución de sustancias adulteradas, especialmente en zonas residenciales y cerca de centros educativos, alertando a la ciudadanía y reforzando la importancia de la vigilancia colectiva.
Según la información recopilada por El Espectador y las autoridades, estos sucesos ponen de manifiesto la capacidad de adaptación de las organizaciones delictivas, que recurren a nuevas estrategias y rutas en el intento de evadir la acción policial y continuar con la distribución de drogas en la capital y sus alrededores.
¿Qué riesgos implica el consumo de drogas adulteradas?
Frente a los recientes hallazgos de drogas mezcladas con sustancias como la gasolina para modificar sus efectos, surge una preocupación fundamentada sobre los peligros para la salud de los consumidores. Esta tendencia identificada por las autoridades en Bogotá recalca cómo la adulteración de estupefacientes puede agravar los daños, generando mayores riesgos de intoxicación y complicaciones médicas por la exposición a químicos peligrosos.
El contexto de mafias que emplean químicos no aptos para consumo humano alerta tanto a las familias como a las comunidades educativas y a los propios consumidores, evidenciando la importancia de la información y la prevención en el entorno ciudadano para evitar mayores afectaciones derivadas de estas prácticas ilícitas.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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