Ariel Ávila se refirió a la propuesta de María Fernanda Cabal de legalizar el porte de armas en Colombia, que lanzó hace poco más de una semana y que desató un vendaval del que aún hoy se sienten fuertes ventarrones.

Si bien la propuesta fue descalificada casi que de inmediato por el Gobierno de Iván Duque, que es del mismo partido que Cabal (el Centro Democrático) y hasta por el mismo Álvaro Uribe, líder de esa colectividad política, Ávila asegura que es una propuesta del “partido de Gobierno”.

Ávila usa la palabra “estúpida”, para referirse a la idea de Cabal, en el título de una columna en el diario El País, de España, y la sitúa (a la idea de Cabal) entre las propuestas “sencillamente ridículas” que han surgido para solucionar la crisis de violencia e inseguridad que vive Colombia, y que para el analista se ha incrementado en los tres años que van de la administración de Duque, “un Gobierno que prometió mano dura, y que, supuestamente, era el indicado para mejorar la seguridad en el país”.

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Solo este miércoles, además de las consabidas imágenes de atracos a mano armada y actos de sicariato, el país se estremeció con el secuestro del empresario azucarero vallecaucano Jimmy Mejía y su esposa, un delito que le vuelve a mostrar los dientes al país, que ya fue desgarrado por esa práctica criminal durante décadas.

En semejantes circunstancias, ideas como la de Cabal del porte de armas tienen un fuerte impacto entre los ciudadanos que se sienten expuestos, vulnerables, aunque las autoridades insistan en que se trata de un problema de “percepción”.

“La demanda de seguridad se da en todas las ciudades capitales del país y la población siente que no hay quién responda”, dice Ávila en su texto, y agrega otro ingrediente. “De hecho, el deterioro de la percepción se ha acompañado del incremento de la xenofobia hacia la población venezolana. Miles de colombianos creen que los responsables del deterioro de la seguridad es la población migrante, al igual que se cree que esta población les está quitando los trabajos a los colombianos”.

Esa idea se ha reforzado con las declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, que se ha manifestado en ese sentido en dos oportunidades, la última de las cuales fue el asesinato en el norte de la ciudad del patrullero Edwin Caro.

Con todo, Ávila plantea cuatro argumentos contra la propuesta de Cabal, con los cuales trata de demostrar que no sirve para acabar con la inseguridad: 1) una pistola en escenarios rurales, donde hay grupos criminales, no sirve de nada y sí promueve que estos grupos, por buscar armas, asesinen civiles; 2) un arma en la casa (ya sea en el campo o en la ciudad) es poner en peligro a niños y mujeres debido a los altos índices que violencia intrafamiliar; 3) en Colombia, por el crecimiento de organizaciones criminales, hay alta demanda por armas, y relajar el porte con un débil sistema de seguimiento enviará armas al mercado negro; y 4) en una sociedad democrática, con problemas profundos de violencia, la población civil no debe estar armada. La solución del conflicto debe ser pacífica y mediada por el Estado.