Don Julio Guzmán se formó como conductor gracias a su padre, quien era propietario de algunos vehículos, pero tras su muerte, una crisis familiar y económica llevó a que el negocio se acabara, por lo que tuvo que buscar otra fuente de ingresos para sostenerse. 

Fue así como en el año 2000 llegó a trabajar como vendedor ambulante en el centro de Ibagué, comercializando inicialmente pilas doble y triple A, y prendas de vestir, hasta el 2004, cuando decidió distribuir bastones metálicos y de madera en la carrera Tercera, donde en la actualidad es conocido y apreciado por transeúntes, empleados de los almacenes cercanos y su clientela, gracias a la amabilidad que lo caracteriza y a que los artículos que compra y vende entre $ 25 y $ 28 mil pesos, son de muy buena calidad, pues se fabrican en madera de palma macana en Santa Rosa de Cabal (Risaralda). 

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Don Julio recuerda que viajaba a varios municipios a comercializar bastones, hasta que fue apareciendo la competencia y las ventas disminuyeron, por lo que ahora solo trabaja en el Centro desempeñando una labor que, además de servirle de sustento, también ha contribuido a que muchas personas con problemas de movilidad puedan seguir caminando. 

Tiene varios hijos que ya se independizaron, por lo que vive solo desde hace 14 años en un inquilinato ubicado cerca al Terminal de Transportes, donde empezó pagando $ 65 mil pesos mensuales y actualmente le cobran $ 270 mil por el arriendo de una habitación.

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De allí sale a las 6:15 a.m. todos los días del año y antes de empezar a trabajar, ingresa sin falta a la misa de 7 a. m. en la Catedral.

Su jornada finaliza a las 3 de la tarde, cuando se va a descansar. Don Julio en ocasiones no vende nada y efectuar el ahorro diario para pagar el arriendo y la comida se le dificulta.