Escrito por:  Redacción Nación
Jun 27, 2024 - 8:43 am

Si algo emociona al presidente Gustavo Petro es ver a la gente en las calles, sobre todo cuando se trata de manifestaciones que él convoca. Pero si hay expresiones populares en ese mismo escenario contra él, como las multitudinarias marchas del 21 de abril, las descalifica y minimiza. Por eso, la intentona de golpe en Bolivia le cayó como anillo al dedo al mandatario para seguir incitando a sus seguidores.

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Efectivamente, la gente salió a la calle en Bolivia para defender al presidente Luis Arce y oponerse al comandante del ejército, general Juan José Zúñiga, que se metió con carros militares a la Casa Grande del Pueblo, sede del gobierno, en donde fue repelido por el mandatario boliviano y después detenido y destituido.

El oficial diría después que fue un mandado que le estaba haciendo a Arce para subir su popularidad. También surgió la versión de que el hecho pudo estar motivado por el expresidente Evo Morales, opositor de Arce y alineado con la izquierda radical del continente. Serán las investigaciones las que deberán establecer las causas con claridad.

Lo que sí quedó claro es que los bolivianos rechazaron la intentona, manifestándose en las calles. Los videos al respecto inundaron las redes sociales, en donde el presidente Petro se zambulló para sacar algunos y difundirlos con sus comentarios.

Era evidente que estaba emocionado escribiendo cosas como “Asi [sic] se defiende una democracia popular”; “Ante la perfidia, el pueblo, siempre el pueblo” o “Siempre ante un golpe blando o duro la democracia se defiende con el pueblo en las calles”. Incluso, aprovechó para atacar a la senadora María Fernanda Cabal, que le respondió exigiéndole que se dedique a gobernar.

En medio del paroxismo que le provocó al jefe de Estado colombiano lo que ocurría en Bolivia, también le dedicó un espacio al concepto de dictadura. Pero ahí encontró fuertes reparos debido a que dejó ver que el rasero que emplea es más bien selectivo.

“No habrá ninguna relación diplomática de Colombia con la dictadura”, escribió en X, y de inmediato el concejal de Bogotá por el Centro Democrático Daniel Briceño le respondió: “Total rechazo a lo que pasa en Bolivia. Pero si no va a haber relaciones con dictaduras, hay que terminar las relaciones con Nicolás Maduro”.

Pero el presidente Petro siguió mostrando su curiosa manera de ver a Latinoamérica. “La democracia contra el fascismo. El camino de América es el de la libertad. Somos tierra de libertad. Aquí no germinan las tiranías ni las dictaduras”, volvió a escribir en la red social, y hasta planteó que la OEA “debe crear en la Corte Interamericana de Derechos Humanos una sala de juzgamiento de personas que realicen golpes contra el voto popular”.

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¿Que en América no germinan las tiranías ni las dictaduras?, se preguntaron varias personas, y le recordaron al presidente Petro los casos, además de Nicolás Maduro en Venezuela, de Daniel Ortega en Nicaragua y Miguel Díaz-Canel en Cuba, tres países cuyas formas de gobierno encajan perfectamente en la definición clásica de dictadura, pues el poder está concentrado en una sola persona, los otros poderes públicos están cooptados, se persigue a la oposición, no hay libertad de prensa y se mantiene a decenas de personas presas por razones políticas.

Los tres constituyen ejemplos protuberantes de la negación de la democracia. Los tres demostraron no solo que germinaron, sino que crecieron y se enquistaron: Cuba supera los sesenta años bajo el mismo régimen con mano de hierro; en Nicaragua, Ortega cumple 27 años en el poder en dos etapas diferentes, incluidas tres reelecciones (2011, 2016 y 2021), un instrumento que seduce a todos los dictadores porque les da visos de legitimidad a sus tiranías; y en Venezuela el chavismo cumple 25 años (11 años con Maduro). El concepto de alternatividad en el poder (condición ‘sine qua non’ de una democracia) también fue desterrado de estas tres naciones.

Para no ir demasiado lejos, el régimen de Venezuela da muestras de dictadura (además de provocar la mayor migración del continente con la salida de más de siete millones de venezolanos por persecución política o la crisis humanitaria) por ponerle todos los obstáculos a la oposición para que llegue debilitada (o no llegue) a las elecciones programadas para el próximo 28 de julio.

Primero inhabilitó a la líder opositora María Corina Machado, le prohíbe moverse en avión o salir del país, persigue hasta a las personas que le venden un refresco o la alojan y le ayudan en sus correrías, y luego ha apresado a cuadros importantes del partido que ella dirige, Vente Venezuela, lo mismo que a defensores de derechos humanos sin garantizarles el debido proceso.

En otras palabras, el presidente Petro tiene al lado, quizá demasiado cerca, un caso típico de dictadura, pero no la ve. En lo que otea desde el lugar donde está, solo parece mirar a lontananza.

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