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En un encendido discurso desde la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, el presidente Gustavo Petro se refirió con dureza a los sectores políticos y sociales que, según él, han obstaculizado su mandato y su agenda de reformas sociales. En medio del acto de reconocimiento de responsabilidad del Estado hacia la comunidad de paz de San José de Apartadó, el mandatario afirmó sentirse “preso” de la oligarquía colombiana.
“No soy el presidente de Colombia, soy el preso de Colombia, pero no de su pueblo, sino de su oligarquía”, expresó el jefe de Estado visiblemente conmovido, señalando que, desde que asumió el poder, se ha sentido acosado por los medios y vigilado por sus opositores.
#NoticiaW | El presidente Gustavo Petro (@petrogustavo) aseguró que es “un presidente preso y vigilado segundo a segundo (…) no soy el presidente de Colombia, soy el preso de Colombia”. pic.twitter.com/X0HlCW2cnA
— W Radio Colombia (@WRadioColombia) June 5, 2025
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Petro inició su intervención criticando la composición del Congreso, en particular a “ocho partidos” que, pese a su reducido número de congresistas, según él, han logrado bloquear las reformas sociales que su gobierno intenta sacar adelante. “Sus dueños son la codicia y el poder”, afirmó.
Durante su alocución, también denunció limitaciones operativas en su administración, mencionando como ejemplo que no ha podido condecorar a soldados por falta de medallas disponibles en la Cancillería, lo cual calificó como una muestra de las dificultades cotidianas del ejercicio presidencial.
Pero uno de los momentos más controversiales llegó cuando arremetió contra cuatro expresidentes: Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, Juan Manuel Santos y Andrés Pastrana, a quienes calificó de “asesinos” y “hampones” provenientes de las élites de Chapinero Alto y El Poblado. Los acusó de unirse para atacarlo y de representar intereses de una aristocracia que, según Petro, ha traicionado los principios de un verdadero Estado social de derecho.
“¿Alguien miente?”, cuestionó, tras recordar que fue en sus gobiernos cuando ocurrieron masacres y Colombia alcanzó uno de los niveles más altos de desigualdad en el mundo. A su juicio, la contradicción entre el discurso constitucional y la realidad social revela una profunda falsedad institucional.
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Finalmente, el presidente reafirmó su propuesta de una reforma democrática estructural, subrayando que “los tres poderes se subordinan al poder exclusivo que es del pueblo de Colombia”.
El discurso, cargado de emotividad y confrontación, marca un nuevo capítulo en la creciente tensión entre el Gobierno y sus opositores, y se da en medio de la polémica por la posible convocatoria a una consulta popular sobre sus reformas, decisión que ha sido fuertemente cuestionada por diversos sectores políticos.
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