Después de la dura contienda política por el segundo cargo público más importante del país, López y sus asesores deben estar incluyendo el carácter de esta mujer capaz, trabajadora y preparada, y que tomó en sus manos una de las banderas más difíciles de empuñar (la de la lucha frontal contra la corrupción), como una de las razones por las que consiguió instalarse en el palacio de Liévano para remplazar a Enrique Peñalosa.

Sus miles de seguidores y simpatizantes, e incluso quienes votaron por ella para cerrarles el paso a otros candidatos, también tienen que estar destacando el temple de esta mujer que ha logrado despertar tanto interés con sus propuestas, su estilo y hasta su condición, y se perfilaba como segura ganadora desde las primeras encuestas (Centro Nacional de Consultiría que la situaba con un índice del 47 % e Invamer le daba el 45 %).

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En medio de tantas cualidades de López también destacó su talante. Quienes analizaban sus posibilidades, así como sus más fervientes seguidores, pero también sus detractores, siempre tuvieron un punto de coincidencia: el genio de la candidata que, en medio de sus reconocidas capacidades, fue un elemento importante y constante en los perfiles que se le hacían.

Hay un hecho político que pudo determinar una aparente descolgada de López en las encuestas posteriores, y que eventualmente también pudo poner en riesgo el objetivo de la candidata verde: el respaldo que Gustavo Petro le dio a Hollman Morris, algo que acabó con la idea de que López tenía el respaldo de toda la izquierda, porque a Petro le molestó que López proclamara a Sergio Fajardo para la presidencia en 2022, una verdadera cachetada para el líder de la Colombia Humana.

Eso pudo restarle significativamente a López, lo mismo que otras circunstancias propias de las dinámicas que se dan dentro de una campaña electoral. Pero su talante se impuso. En un análisis sobre los candidatos a la alcaldía de Bogotá, la revista Semana, a un mes de las elecciones, si bien reconocía las bondades de López y decía que “nadie discute que […] tiene grandes virtudes para la política de hoy”, porque “es inteligente, preparada (cuenta hasta con un doctorado en una prestigiosa universidad de Estados Unidos), tiene mucho carácter y gran capacidad dialéctica para los debates, conoce la ciudad y es muy activa en las redes sociales”, también señalaba lo que la podía perjudicar.

“Primero, su tono pendenciero le hace mucho daño. De una actitud valiente y comprometida contra la corrupción se empieza a percibir un tono altisonante que molesta a unos electores cansados de tanta rabia y pelea en el ambiente político”, escribió la revista sobre López.

Incluso, algunos columnistas que anunciaron su voto por ella, la pintaban de una forma parecida: primero destacaron sus cualidades, pero tuvieron que admitir el carácter y el temperamento de la candidata.

Ese fue el caso de Florence Thomas en El Tiempo, que, si bien escribió su columna para promover la candidatura de López entre las mujeres, reconoció el genio de la aspirante. Empezó por destacar el doctorado de López en la universidad de Northwestern, su lucha contra la corrupción, su seriedad, su laboriosidad y hasta el hecho de que no tiene apellidos de cuna.

Claudia López

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Y, claro, Thomas tuvo que abordar al carácter de la candidata, pero lo hizo con indulgencia: “Sé […] que tiene carácter, pero […] si fuera un hombre, en lugar de un problema esto sería una gran virtud. Y por supuesto que tiene carácter; y menos mal porque si no, se la hubieran devorado hace tiempo todos estos tiburones machos de la política. Que se le sale la chispa a veces, pues sí, nadie es perfecto, y Claudia, afortunadamente, no es una santa; es una mujer, una mujer que a veces se exaspera con toda razón ante los lugares comunes y tradicionales de la femineidad”.

María Jimena Duzán, que también escribió una columna en Semana para anunciar su voto por López, se refirió al estilo de la candidata, después de asegurar que era “la mejor opción para gobernar esta ciudad”. Duzán vio como “grandes atributos” los cuestionamientos que se le han hecho a López en el sentido de que “es demasiado dura, que habla demasiado y que es muy temperamental”.

“Claudia tiene un talante que se sale del molde con que tradicionalmente la mujer ha hecho política en esta sociedad patriarcal”, aseguró Duzán, y aventuró una comparación: “Pero además, para temperamental el expresidente Uribe. Y que yo sepa a nadie le parece que eso sea un defecto”.

Hollman Morris y Gustavo Petro

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Una idea parecida a que la percepción que hay sobre el mal genio de López es una perspectiva machista la desarrolló Humberto de la Calle en su columna de El Espectador. “Ha sido una batalladora”, escribió sobre López. “Y lo ha hecho con vigor, con brío, con pasión. Hay quienes la atacan por esas mismas características”.

De la Calle escribió que “en parte, es una acusación sesgada, como lo dijo Florence Thomas, que obedece a la configuración cultural del rol de género. Si fuera hombre, quizá su lenguaje y su actitud verticales serían dignas de alabanza”, advirtió De la Calle.

Al final, los bogotanos prefirieron a López, aun con su temperamento. De ella, en resumen, se puede decir que la terminó ganando por el genio de la política.

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