La de Abelardo de la Espriella constituye otra manifestación que se suma a las voces de preocupación y rechazo por el estado de inseguridad en que se encuentra Bogotá, que esta semana se vio estremecida, entre otros casos, por el asesinato de Oswaldo Muñoz en un bus de Transmilenio, por robarle el celular.

Pero la sensación de inseguridad en la capital no solo es palpable por los robos y asesinatos que se registran con frecuencia, sino por las mismas manifestaciones de los funcionarios responsables de preservar la vida y la integridad de los ciudadanos. El secretario de Seguridad sostuvo este viernes: “Uno siente miedo de salir a la ciudad”.

De la Espriella apela al personaje malo de la historieta de Batman (más conocido como Joker, uno de los criminales más notables de esa ciudad de ficción) y le cambia el sexo para que le cuadre con Claudia López. Así, no habla del Guasón, sino de la “Guasona”.

No es la primera vez que un columnista o una persona con influencia en la opinión pública compara a la alcaldesa de Bogotá con un personaje de ficción. En Caracol Radio la igualaron con la ‘Chimoltrufia’, y Felipe Zuleta la asimiló a Cantinflas, por las variantes posturas que López asumió frente a la posible presencia de integrantes del Eln en las protestas de Bogotá.

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Esas comparaciones fueron entendidas por muchos como faltas de respeto, por lo que las rechazaron y descalificaron. Pero ahora surge la analogía que hace De la Espriella en su columna de El Heraldo, mucho más atrevida si se considera que toca aspectos personales de López.

De la Espriella asegura, de entrada, que su intención no es referirse al Guasón, que, “lleno de amarguras y resentimientos se refugia en sembrar el caos para vengar sus traumas y complejos personales”, sino de López, que, “por similares causas, ha trasladado sus carencias de humanidad al terreno de lo público, afectándonos a todos”.

También hace afirmaciones como que López es “menos importante” que el Guasón, y que su “principal problema” es ella misma, porque, en palabras de De la Espriella, es “un ser humano, atormentado consigo mismo, […] incapaz de brindarle nada bueno a los demás”. Y agrega: “No lo digo por su condición sexual, porque nada tienen que ver las preferencias de cada quien, con el hecho de ser una mala persona”.

En su diatriba contra la alcaldesa de Bogotá, el polémico abogado sostiene que ella “hace parte de ese grupo de colombianos que medran y se desenvuelven en todos los ámbitos de la vida nacional (desde la política, pasando por la academia, la justicia, el litigio en derecho, el periodismo, el empresariado etc.), que, por más que logren alcanzar metas y propósitos, nunca dejarán de ser unos resentidos sociales, que tienen, a como dé lugar, que cobrar sus cuentas pendientes pasando las respectivas facturas con intereses y todo”.

Y después recurre a una generalización para cargar de nuevo contra la mandataria capitalina: “Colombia está llena de ‘guasones’ que no son sino pequeñoburgueses que albergan oscuros sentimientos en su corazón, por distintas razones: porque fueron rechazados por sus padres o por su origen humilde lleno de limitaciones, o porque nadie hasta cierto punto los tuvo en cuenta”.

Sin tener en cuenta ningún indicador objetivo de la gestión de López, o las explicaciones que la alcaldesa ha dado sobre cómo está atendiendo la situación de la ciudad, De la Espriella prefiere los aspectos personales para confrontarla. En la tradición lógica, muy conocida por los abogados, pues hace parte de la argumentación jurídica también, es claro que la estrategia de De la Espriella se sustenta en los argumentos ‘ad hominem’.

“Como falacia, [este tipo de argumentos] consiste en ofender al adversario mediante ataques personales, en ves de cuestionar los méritos de sus argumentos”, explica el profesor Álvaro Díaz en su libro ‘La argumentación escrita’. “Con esta estrategia lo único que se pretende es desprestigiar al oponente y restarle credibilidad a las opiniones que esa persona defiende”.

Otros apartes de la columna de De la Espriella arrecian contra la persona de López. “Sobran razones para aquellos a quienes mueven el odio, los complejos y la venganza. El problema es humano, y, por ello, un gobernante no solo debe reunir unos requisitos técnicos y profesionales […]; también necesita contar con la suficiente condición humana para dirigir a su pueblo […]. El imaginario de un líder no puede estar limitado por sus conflictos internos o sus intereses mezquinos. […] A […] López todo le sale al revés, (cuando de gobernar se trata) por mala gente; pues dicho comportamiento lleva a quien lo padece a ser errático, incoherente, ‘tripolar’ e inconsecuente”.

Resulta inevitable volver a las lecciones del profesor Díaz: “Una forma de ataque personal muy utilizada cuando escasean los buenos argumentos, se realiza mediante la apelación a epítetos despectivos. Calificar al oponente de ‘reaccionario’, ‘izquierdista’, ‘oportunista’, ‘retrógrado’, ‘estúpido’, ‘homosexual’, etc., no dice nada como argumento. […] Pero los ataques personales solo descalifican al atacante”.