Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Marizol Gómez   Mar 14, 2024 - 4:38 pm
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Los habitantes de Vigía del Fuerte, Urabá antioqueño, están alertando de nuevo por la grave amenaza ambiental en la que se encuentra el río Atrato, donde está cayendo una enorme cantidad de basura porque en plena orilla está el botadero a cielo abierto del municipio y ya no le cabe una bolsa más.

La imagen de esta emergencia ambiental, alertada también en octubre de 2022, deja ver cómo en la ribera, que separa al agua de la selva, pululan costales, botellas, bolsas, cajas y otro revoltijo de desperdicios que son depositados en el lugar tras ser recolectados en el proceso de disposición de residuos producidos en las casas, los negocios y otros lugares del casco urbano.

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La situación reviste una gravedad importante y puede ser peor si se llega a presentar una creciente. No solo son los daños ambientales que esto genera, sino que la vida de las comunidades que habitan en esa zona, como las de Vigía del Fuerte o las de Bojayá, Chocó, depende del río Atrato. Este afluente les proporciona el agua para cocinar, lavar, transportarse, bañarse, pescar y realizar otras actividades cotidianas, por lo cual esos residuos que le caen desde el botadero representan también riesgos para la salud.

Keiver Palacios Cuesta, uno de los pobladores del municipio que lleva años preocupado por el tema y contribuyendo con acciones para evitar que el Atrato se contamine de esa manera, contó que la situación que están viviendo es muy crítica porque el botadero a cielo abierto, ubicado a casi un kilómetro del casco urbano de Vigía, llegó a su máxima capacidad.

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El líder ambiental y comunitario explicó que ante el panorama han estado buscando estrategias como la construcción de más celdas transitorias que puedan albergar los residuos mientras se encuentra una solución de fondo. Es una labor que debe contemplar la topografía del lugar, porque no es simple construir celdas con una gran profundidad, debido a que la zona es inundable, lo que hace que la capacidad llegue al límite más rápido.

A esto se suma, como explicó Keiver, que en el municipio no cuentan con muchos lugares para construir un nuevo botadero, pues la tierra que poseen se encuentra a distancias enormes del casco urbano y buena parte de ella es habitada por comunidades étnicas, indígenas y afro, cuya supervivencia depende en gran medida del río Atrato. Y llevar la basura a otras zonas del Urabá antioqueño sería muy engorroso.

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Palacios Cuesta sostuvo, además, que la actual administración municipal le está poniendo el foco a este problema y cree que las gestiones se deben hacer tocando puertas de las entidades departamentales y nacionales que tengan competencia para actual al respecto.

Esta emergencia, que no es nueva pero cada vez se vuelve más grave, es consecuencia, en consideración del líder de errores cometidos en el pasado, como haber habilitado el botadero a cielo abierto a tan escasos metros de la orilla del Atrato que, para acabar de ajustar, fue declarado por la Corte Constitucional en 2016 como una entidad sujeto de derechos, al igual que su cuenca y sus afluentes, lo que implica que el Estado y las comunidades lo deben proteger y conservar.

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“El río es todo para nosotros, porque, incluso, para llegar a Vigía debe ser fluvial”, sostuvo Keiver. En efecto, la movilidad en el territorio se hace en botes, hasta para llevar la basura la ruta más fácil es el afluente, tarea que está a cargo de la entidad recolectora que hace los recorridos puerta a puerta en el casco urbano, tres días a la semana, para luego llevar los residuos a la zona del botadero.

“En las zonas rurales no se hace recolección, directamente esas comunidades la hacen y la depositan en centrales distintas. Esa basura de las zonas rurales no viene acá al botadero, es solamente la del casco urbano”, contó el líder ambiental, quien lleva casi ocho años promoviendo estrategias para disminuir los impactos ambientales negativos que han dejado décadas de falta de conciencia.

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Antes de 2016 no existía ni la mínima cultura del reciclaje en el municipio, pero ahora son muchos los habitantes que hacen una selección diferencial de los residuos, para mitigar la contaminación. Por medio de la Asociación para la Sostenibilidad del Río Atrato (Asoriat), Keiver y jóvenes voluntarios siguen haciendo, pese a que les falta apoyo, actividades como talleres y jornadas de sensibilización a la comunidad para promover el reciclaje y el cuidado del medioambiente.

Por ejemplo, una de las que mejores resultados les ha dado es el “ecocine”, que consiste en proyectar películas para los niños, niñas y adolescentes, quienes pagan la entrada con material que puede reutilizarse para que no llegue al botadero.

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Este medio intentó contactar a la alcaldesa de Vigía del Fuerte Jhoselin Lozano Mena, pero no fue posible la comunicación, al parecer, por temas de señal. No obstante, la mandataria le dijo a Consejo de Redacción de Teleantioquia que están viviendo una situación muy delicada y que requieren apoyo de los entes nacionales y departamentales.

“Es un tema delicadísimo, por eso insistimos que tenemos una alerta sanitaria en el municipio, necesitamos que el gobierno nacional y departamental fijen su mirada en esta emergencia”, dijo la alcaldesa, quien añadió que no pueden declarar la calamidad pública ni la emergencia sanitaria porque son un municipio de sexta categoría que no cuenta con el presupuesto requerido para las acciones que ello implica.

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Ahora, habitantes que se preocupan por el estado ambiental del municipio, como Keiver y los jóvenes que lo acompañan, esperan que se atiendan las gestiones para encontrar una salida de fondo, de modo que el Atrato perdure con su majestuosidad y les siga aportando el agua que necesitan para vivir.

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