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Las próximas elecciones presidenciales y legislativas de Colombia en 2026 se presentan como un escenario de alta complejidad política y posibles transformaciones significativas, especialmente en el departamento del Cesar. Según reportes de El Pilón, el histórico equilibrio de poder local podría verse alterado ante el surgimiento de nuevas figuras y el progresivo desgaste de los tradicionales caciques políticos. Actualmente, la representación del Cesar en el Congreso se compone de tres senadores: Didier Lobo Chinchilla (Cambio Radical), José Alfredo Gnecco (Partido de La U) e Imelda Daza (Comunes). Sin embargo, la posibilidad de que se añada una cuarta curul incrementa la intensidad de la disputa electoral, abriendo la puerta a cambios en la influencia regional.
Un elemento central de esta nueva contienda es el ascenso de liderazgos femeninos renovadores: Claudia Margarita Zuleta y Katia Ospino. Ambas han emprendido campañas orientadas a recorrer territorios y fortalecer bases propias, representando alternativas a las tradicionales estructuras de poder. Zuleta, cuya candidatura aspira a ingresar en la lista cerrada del partido Centro Democrático, cuenta con el aval público del expresidente Álvaro Uribe Vélez y se ha destacado como defensora del sector minero, además de oponerse a varias reformas gubernamentales de Gustavo Petro. Ospino, excandidata a la Gobernación y respaldada por el precandidato Roy Barreras para el partido Fuerza de La Paz, ha tenido gran notoriedad nacional por su paso del periodismo a la política, una trayectoria comparable a la de figuras como Vicky Dávila, según detalla El Pilón.
Estas candidaturas femeninas se enfrentan, directa o indirectamente, al dominio de estructuras políticas tradicionales encabezadas por Didier Lobo y José Alfredo Gnecco. Lobo mantiene una fuerte maquinaria apoyada por el “Equipo Azul” y por el representante Ape Cuello, mientras Gnecco lidera uno de los clanes más poderosos de Cesar, con influencia sobre recursos de la Gobernación y varias alcaldías regionales, según el mismo medio.
No obstante, estos caciques enfrentan cuestionamientos judiciales significativos que podrían influir en su desempeño electoral. Didier Lobo ha sido investigado por la Corte Suprema de Justicia por celebración indebida de contratos y peculado, casos inicialmente precluidos pero aún con otras investigaciones abiertas. José Alfredo Gnecco, por su parte, figura en procesos asociados a presuntos sobornos en el llamado “cartel de la toga”, un escándalo de corrupción documentado por Transparencia Internacional (2024), en el que habría intentado dilatar procesos judiciales contra su padre, el exgobernador Lucas Gnecco Cerchar.




En este contexto, el Cesar se perfila como un microcosmos que refleja el complejo momento político de Colombia: la tensión entre la idea de renovación, personificada por candidatas sin maquinaria tradicional pero con discursos transformadores, y las estructuras consolidadas de poder. El desenlace no solo dependerá del comportamiento electoral del propio departamento; será fundamental también el desempeño nacional de las listas, dada la importancia creciente del voto externo para asegurar una curul en el Senado.
Más allá de la disputa específica en Cesar, el caso debe leerse bajo la lupa de los debates nacionales sobre transparencia y relevo generacional. El desgaste público de líderes con reiterados periodos y la presión por investigaciones judiciales han abierto espacio a la reflexión sobre mecanismos efectivos que fortalezcan la democracia, como sugieren analistas universitarios y reportes de Transparencia Internacional. La aparición de liderazgos femeninos visibles, por otra parte, responde a tendencias apoyadas por instancias como el Observatorio de Igualdad de Género y la Organización de Naciones Unidas (ONU), que validan la equidad como vía fundamental para sociedades más democráticas y justas.
De consolidarse estos movimientos, el departamento del Cesar podría marcar un antecedente en la renovación política local y nacional. Lo que está en juego no solo es la suma de curules, sino la credibilidad institucional, el fortalecimiento de liderazgos diversos y el avance en prácticas políticas transparentes. El seguimiento periodístico en profundidad, como insisten la Fundación Gabo y la LatAm Journalism Review, es esencial para informar a la ciudadanía y ofrecer herramientas que permitan comprender la dimensión real de los desafíos democráticos en juego.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué es una “lista cerrada” en las elecciones legislativas de Colombia?
Esta pregunta suele inquietar a los votantes en el contexto de procesos electorales como el de 2026. Una “lista cerrada” es una modalidad de elección en la que un partido presenta una lista de candidatos en un orden específico y los ciudadanos votan por el partido, no por candidatos individuales. En este sistema, los candidatos son elegidos según el orden de la lista, lo que otorga al partido mayor control sobre quién entra al Congreso. Esta opción contrasta con la “lista abierta”, utilizada también en Colombia, donde los votantes pueden elegir directamente a su candidato preferido dentro de una lista presentada por el partido.
El debate entre lista abierta y cerrada cobra relevancia en el Cesar, ya que el control sobre el orden de los candidatos y los mecanismos de selección pueden influir directamente en la entrada de figuras renovadoras como Claudia Margarita Zuleta. Los defensores de la lista cerrada suelen argumentar que este sistema fortalece los partidos y disminuye el clientelismo, mientras que sus críticos creen que puede concentrar demasiado poder en las élites partidistas.
¿Cómo afectan las investigaciones judiciales a los candidatos durante las campañas políticas en Colombia?
El impacto de los procesos judiciales en campañas electorales es relevante ante el desgaste que pueden generar en figuras tradicionales. Las investigaciones —por delitos como peculado, cohecho o enriquecimiento ilícito— afectan la percepción pública y pueden mermar el apoyo electoral, aunque muchas veces no impiden la inscripción ni participación electoral, salvo que exista una sentencia judicial en firme. Organizaciones como Transparencia Internacional han señalado que la impunidad o la lentitud de los procesos puede alimentar el escepticismo ciudadano y el deterioro de la confianza en las instituciones.
En departamentos como Cesar, donde la tradición de caciques políticos es fuerte, la existencia de indagaciones abiertas o antecedentes judiciales, especialmente en contextos electorales competidos, puede incidir tanto en el voto local como en la proyección nacional de los partidos, estimulando a su vez el debate sobre la necesidad de renovaciones y controles más efectivos en la vida política del país.
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