Escrito por:  Redacción Nación
Abr 24, 2024 - 10:42 am

Cada árbol arrasado en el extenso bosque de la Amazonia tiene el visto bueno de las denominado ‘Estado Mayor Central’ (Emc) de las disidencias de las Farc, una organización ilegal de unos 3.500 miembros escindida de la histórica guerrilla.

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Algunos de ellos rechazaron el acuerdo de paz de 2016 que desarmó al grueso de la que fue la guerrilla más poderosa del continente. La mayoría son nuevos reclutas que siguen controlando la selva, pero, esta vez, la usan como herramienta de chantaje.

Así lo denunció la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, cuando alertó sobre un “pico histórico” de deforestación en el Amazonas justo cuando el proceso de paz entre el Ejecutivo y el Emc pasa por su peor momento desde que se iniciaron, a finales de 2023. En el último trimestre de ese año y el primero de 2024, la pérdida de selva aumentó un 41 % y 40 %, respectivamente, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según Muhamad.

La ministra culpó al fenómeno climatológico de El Niño y a la mayor disidencia de las Farc de alentar esa actividad “como una forma de presión armada” contra el presidente Gustavo Petro. “Se está poniendo a la naturaleza en la mitad del conflicto y esto es una violación al Derecho Internacional Humanitario, donde claramente” la “afectación al medio ambiente está prohibida”, reclamó.

El aumento en las cifras de deforestación es un golpe para Petro, que el año pasado había celebrado la cifra más baja en una década, cuando Colombia perdió 123.517 hectáreas de bosque en 2022.

De “defensores” a depredadores

Bajo un discurso ambientalista, las auténticas y viejas Farc castigaban la tala e impedían la llegada de ganaderos a sus territorios antes de la desmovilización. Pero, en realidad, lo hacían “para montar campamentos” y “para mover tropas sin ser detectados por la inteligencia aérea”, explica a la AFP Bram Ebus, investigador del centro de estudios Crisis Group.

El Parque Nacional de Chiribiquete (sureste), declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco (2018), debe parte de su conservación a décadas de dominio de las Farc en el Amazonas. La guerra mantuvo en secreto sus tepuyes, las grandes rocas de cientos de metros de alto y ancho que albergan más de 75.000 pinturas rupestres milenarias.

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Después del acuerdo de paz, el Emc inició la reconquista de la Amazonia, donde ahora ellos son el Estado de facto. En 2022, cuando los guerrilleros vieron que el entonces candidato Petro era “una opción real de poder”, prohibieron la tala, explica Juanita Vélez, investigadora de la Fundación Conflict Responses.

El año pasado, la ONG tuvo acceso a panfletos y audios en los que el frente ‘Jorge Suárez Briceño’ del Emc ordenaba a las poblaciones dejar intacto el bosque. Pero con el paso del tiempo empezaron a usar los “momentos difíciles de la mesa” de negociaciones “para cambiar sus normas” y ordenar o permitir la tala. “Entienden el tema ambiental como una forma de crear un discurso político que justifique” la “negociación con el Estado”, subraya Vélez.

Imagen ante la COP

El 16 de abril, el Gobierno aseguró que el Emc se dividió en dos facciones y solo está negociando con la mitad de sus combatientes.

La fractura interna del Emc llevó al Gobierno a reconocer a ‘Andrey Avendaño’, al mando del frente ‘Jorge Suárez Briceño’, entre otros, como interlocutor principal en los diálogos. Pero otra de sus estructuras que delinque en la Amazonia quedó bajo el mando de alias ‘Iván Mordisco’, un poderoso rebelde apartado de la mesa. Todavía es incierto si la división tendrá un efecto en la deforestación.

De acuerdo con Bram Ebus, el Emc obtiene ganancias millonarias por permitir que terceros devoren el bosque. Deforestar les “genera dinero […]. Sabemos que les están cobrando impuestos” a los taladores y a los ganadores “por la cantidad de reces”, explica. También cobran un porcentaje “sobre la producción de coca”, la planta base de la cocaína, y a “los mineros ilegales que están avanzando en la Amazonía”, agrega.

Si la “tendencia al alza” de deforestación se mantiene, como prevé la ministra Muhamad, Colombia acogerá en octubre la COP-16 sobre biodiversidad con el llamado ‘Pulmón del mundo’ en agonía. Para el presidente Petro, la conferencia internacional es una vitrina para mostrar al mundo la “riqueza natural de Colombia, que realmente es gran parte de la Amazonía”, según Ebus.

Pero dos de sus principales banderas, las negociaciones de paz y la defensa de la naturaleza, estarán a media asta ante los ojos de los países miembros de la ONU. Podría quedar en evidencia que la selva “está en control del grupo guerrillero”, señala el experto.

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