Es común, desde hace años, encontrar debajo de algunos puentes de diferentes ciudades personas que residan allí. Entre espumas raídas, ropa vieja, zapatos, productos de aseo y una que otra cobija duermen decenas de estas personas que, por ‘cosas de la vida’ terminan en estos espacios.

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En un recorrido realizado por El Nuevo Día, se identificaron varios lugares en la ciudad dispuestos para tal fin. En la carrera Quinta entre calles 77 y 80, se evidencian ‘cambuches’ improvisados debajo de los puentes. La misma situación ocurre en la glorieta de la calle 91, sector conocido como Los Arroyuelos, donde incluso cuelgan la ropa sobre tendederos improvisados.

Es común encontrar las pertenencias de las personas que habitan estos espacios.
Es común encontrar las pertenencias de las personas que habitan estos espacios.

También se presenta esta situación en el puente de la calle 42, cerca de la parroquia San Judas Tadeo, en el barrio Santa Helena, donde viven una pareja de personas desde hace varios años. El Nuevo Día dialogó con estas personas para profundizar en sus realidades.

¿Cuestión de elecciones?

Uno de los tres habitantes que viven debajo del puente ubicado en la intersección de la calle 77 con carrera Quinta dijo que lleva un poco más de 20 años viviendo en esa condición.

“Por la mitad de este espacio pasa el agua de las alcantarillas, por lo que nos toca tener cobijas y colchones. Alguna vez me tocó salir del puente por una enfermedad en un pulmón por las ‘heladas’ y los malos olores”, aseguró.

Y agregó que cuando hay lluvias se vuelve más peligroso residir en ese lugar, pues debe estar pendiente de no caerse ni que el agua lo arrastre. 

“Los que están durmiendo en este puente se dedican a reciclar y cuidar carros. En la noche preparamos algo de comer con la ganancia del día. Cocinamos sobre todo ‘aguapanela’ y arroz. Yo llegué a la calle porque mi mamá murió y mi papá nos sacó a todos de la casa”, comentó.

Otra perspectiva planteó Jaime Saavedra, quien tiene 65 años de edad y, a simple vista, parece frágil de salud por la deplorable condición en la que vive en compañía de sus mascotas, además de su avanzada edad. 

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Saavedra tiene 65 años de edad y su salud se ha visto afectada por este estilo de vida.
Saavedra tiene 65 años de edad y su salud se ha visto afectada por este estilo de vida.

“Vivir acá es algo dispendioso, hay muchos problemas. La droga me llevó a vivir aquí en este espacio. He recibido algunas ayudas pero son mínimas. Me han ayudado con ropa y comida. No he accedido al hogar de paso porque no me dejan tener mis ‘perritas’ Sacha y Chiquita”, agregó.

Jorge William Londoño también vive debajo de un puente junto a su pareja Julia. “Ella tiene 48 años y yo 58. Llegamos hace algunos años huyendo de un problema que tuve en el Urabá antioqueño. Yo trabajaba en una bananera cuando llegaron los guerrilleros del Frente 37 de las FARC-EP, ese día hubo una masacre y a mí me pegaron 12 tiros”, contó.

Añadió que actualmente se dedica a cuidar carros en una iglesia y a hacer cualquier trabajo que le resulte. “El tema de vivir en la calle es duro en todo sentido. No he recibido ayudas, la otra vez vino una gente a ‘censar’”, agregó.

Según comerciantes del barrio Valparaíso, Saavedra ya no sale del puente a caminar con sus fieles compañeras a razón de su delicado estado de salud.
Según comerciantes del barrio Valparaíso, Saavedra ya no sale del puente a caminar con sus fieles compañeras a razón de su delicado estado de salud.

“Me dijeron que me iban a ayudar con un ranchito y que nos iban a traer ropa, mercado y hasta una ambulancia para mi ‘achaques’, pero no ha pasado nada”.

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Dato

Colombia registra un total de 34.091 personas habitantes de calle, según el censo Habitantes de la Calle 2017-2021. En el caso de Ibagué, 523 personas viven en esta condición. El Dane también informó que el 92,7 % son hombres, mientras que el 7,3 % son mujeres.