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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 20, 2025 - 4:52 pm
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La comunidad de Pacora enfrenta un problema creciente relacionado con la destrucción y robo de bolardos en una de sus zonas más emblemáticas, una situación que preocupa tanto por sus implicaciones en la seguridad de los peatones como por el deterioro del espacio público. Habitantes y líderes comunales han elevado su voz para exigir a las autoridades municipales acciones concretas que no solo reparen el mobiliario urbano dañado, sino que prevengan futuros incidentes. El llamado principal apunta a fortalecer el sentido de pertenencia y corresponsabilidad ciudadana, entendiendo que la conservación del entorno es vital para la calidad de vida local, según reporta el artículo original.

Víctor Hugo Bernal, secretario de Infraestructura, confirmó que, si bien recientemente se logró identificar a una persona responsable de dañar uno de los bolardos, quien asumió los costos de reparación, aún quedan pendientes otros casos de elementos removidos o robados, cuyos autores no han sido identificados. Esta situación evidencia tanto avances de gestión como desafíos pendientes para el municipio, que debe garantizar espacios protegidos y funcionales pero enfrenta limitaciones en materia de vigilancia y control.

La problemática de la destrucción y robo de mobiliario urbano no es exclusiva de Pacora y afecta a muchas ciudades de Colombia y la región. Según el Observatorio de Movilidad Urbana (2024), los bolardos cumplen una función esencial al delimitar áreas peatonales, evitar parqueo indebido y mejorar la seguridad de transeúntes, especialmente para personas con movilidad reducida y niños. Su deterioro, por tanto, eleva los riesgos de accidentes y dificulta la circulación segura, mientras que el constante daño a estos elementos genera percepciones negativas sobre la seguridad y la cohesión social en la comunidad.

Estudios desarrollados por la Universidad Nacional de Colombia han señalado que el vandalismo sobre el espacio público está frecuentemente asociado a una baja participación ciudadana y falta de sentido de pertenencia. Así, revertir el problema exige no solo respuesta institucional, sino también estrategias educativas y participativas que involucren activamente a los habitantes en el cuidado del entorno común.

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El respaldo a este enfoque se observa en investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2021), que subrayan cómo la apropiación comunitaria del espacio público fortalece la vigilancia social, reduciendo comportamientos de vandalismo y abandono. La experiencia de ciudades como Medellín, donde se combinan tecnologías de monitoreo y brigadas comunitarias, ha demostrado una reducción significativa de incidentes, constituyendo un ejemplo de buenas prácticas para replicar en municipios como Pacora.

No obstante, informes recientes de la Contraloría General de Colombia y del DANE advierten sobre las limitaciones presupuestales que dificultan la renovación y protección del mobiliario urbano, especialmente en municipios medianos, lo que aumenta la vulnerabilidad de estos elementos críticos para la vida urbana. En los últimos tres años, la inversión real en espacios públicos ha descendido en promedio un 5%, restringiendo la capacidad de respuesta y mantenimiento.

En suma, el daño reiterado a los bolardos en Pacora es reflejo de un desafío estructural que involucra factores sociales, institucionales y económicos. Superar este problema demanda una solución integral que reúna esfuerzos del gobierno local, la sociedad civil y la gestión eficiente de recursos. Solo a través de este trabajo conjunto será posible restaurar la confianza, el sentido de pertenencia y la funcionalidad de los espacios urbanos, elementos imprescindibles para el bienestar y la seguridad de toda la comunidad.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Por qué es importante el sentido de pertenencia en el cuidado del espacio público?

El sentido de pertenencia promueve el cuidado compartido de los entornos urbanos, al entender que el espacio público es una extensión de la vida cotidiana de sus habitantes. Diversos estudios han demostrado que cuando una comunidad siente que los parques, plazas y elementos urbanos le pertenecen, se incrementan las acciones de vigilancia y mantenimiento espontáneo, reduciendo así los actos de vandalismo y deterioro.

En contextos donde este sentimiento es bajo, predomina la indiferencia, lo que facilita el daño al mobiliario y el abandono. Por ello, campañas educativas y experiencias de participación comunitaria se muestran cruciales para fortalecer la identidad colectiva y garantizar la protección de estos espacios vitales para el desarrollo social y la seguridad ciudadana.

¿Qué estrategias han implementado otras ciudades para proteger el mobiliario urbano?

Municipios como Medellín han optado por la integración de tecnologías avanzadas, como cámaras inteligentes enlazadas a centros de monitoreo, y la creación de brigadas ciudadanas para vigilar el espacio público. Estas estrategias, avaladas por informes de la Alcaldía de Medellín, han contribuido a disminuir considerablemente los incidentes de robo y daño en los elementos urbanos en los últimos años, al fomentar el control social y la respuesta rápida ante incidentes.

La articulación entre tecnología y participación ciudadana se ha revelado como una fórmula eficaz para aumentar la seguridad y el cuidado del espacio público, ofreciendo un modelo que puede adaptarse a la realidad de municipios con características sociales y presupuestarias diferentes.

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