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La movilidad por la Vía al Llano, el principal corredor vial que une a Bogotá con los departamentos del oriente colombiano, afronta nuevos desafíos tras el reciente deslizamiento ocurrido en el kilómetro 18, en el municipio de Chipaque, Cundinamarca. Esta situación llevó a que Coviandina, empresa concesionaria responsable de la vía, desplegara un Plan de Manejo de Tráfico (PMT), permitiendo la circulación mediante una variante conectada a la antigua Vía al Llano. El paso vehicular quedó restringido, con tránsitos alternos y reducción de carriles, como se registró el miércoles 17 de septiembre de 2025, para disminuir el riesgo y mantener el flujo de personas y mercancías por esta arteria fundamental.
El incidente subraya una problemática persistente en la infraestructura vial de Colombia: la vulnerabilidad frente a fenómenos naturales, en particular los deslizamientos. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), los deslizamientos han aumentado en frecuencia en Cundinamarca y otras regiones andinas durante la última década. Factores como la variabilidad climática, la deforestación progresiva y el crecimiento urbano sin planificación han contribuido a acrecentar el impacto de estos episodios, poniendo en riesgo la conectividad y afectando la vida regional. En el caso particular de la Vía al Llano, la presión del transporte de bienes y de turistas intensifica la urgencia de soluciones efectivas.
La implementación del PMT por parte de Coviandina ha sido clave para minimizar el impacto inmediato, pero expertos del Observatorio Nacional de Infraestructura (ONI) advierten que variantes temporales como la habilitada en Chipaque son medidas solo para el corto plazo. Estas estrategias deben acompañarse, según el ONI, de obras definitivas como la estabilización de taludes, la modernización de sistemas de drenaje y un monitoreo regular de la estabilidad del terreno, con el fin de reducir futuros eventos que puedan conducir a bloqueos parciales o totales de la vía.
Los efectos sociales y económicos de cierres o restricciones en la Vía al Llano se evidencian en las dificultades que enfrentan productores agrícolas y comerciantes, como lo reportó El Espectador. Los retrasos en el transporte afectan la cadena de suministro, mientras que los usuarios deben afrontar mayores tiempos de viaje y mayor exposición a riesgos viales debido a congestiones o condiciones accidentadas.




Más allá de las respuestas de emergencia, la situación demanda acciones integrales de política pública. El Ministerio de Transporte, de la mano del Ministerio de Ambiente, ha iniciado estrategias que combinan el uso de tecnologías innovadoras, como drones para el monitoreo constante y aplicaciones móviles que mantienen a los conductores informados, junto con sistemas de alerta temprana y mejoras institucionales para gestionar el riesgo en zonas identificadas como vulnerables, como Chipaque.
La compleja problemática de la Vía al Llano evidencia la importancia de una coordinación eficaz entre instituciones, agencias técnicas y la sociedad civil para lograr movilidad segura y sostenible. Si bien la intervención inmediata mediante el PMT responde a la urgencia, se requiere una visión de largo plazo enfocada en fortalecer la infraestructura y la gestión de riesgos, factores indispensables para preservar la conectividad y el desarrollo económico en el oriente colombiano.
¿Qué es un Plan de Manejo de Tráfico (PMT) y para qué sirve?Un Plan de Manejo de Tráfico (PMT) es un conjunto de medidas temporales que se implementan en las carreteras para organizar y controlar el tránsito durante emergencias, obras o eventos que afecten la circulación normal. Su objetivo principal es garantizar la seguridad de los usuarios, minimizar los tiempos de cierre y reducir el impacto negativo en la movilidad. Este tipo de plan puede incluir variantes provisionales, pasos alternos, reducción de carriles y señalización especial para orientar a los conductores. En casos como el registrado en Chipaque, el PMT resulta fundamental para gestionar el tránsito de manera eficaz mientras se desarrollan soluciones definitivas para restablecer el flujo habitual de la vía.
¿Por qué son frecuentes los deslizamientos en la infraestructura vial andina?La frecuencia de deslizamientos en regiones andinas como Cundinamarca obedece, según el IDEAM, a una conjunción de condiciones geográficas y actividades humanas. Por un lado, el terreno montañoso y las lluvias intensas hacen que el suelo sea propenso a desmoronamientos. Por otro, la deforestación y el crecimiento urbano influyen en la estabilidad del suelo y aumentan la exposición a riesgos, afectando muchas de las principales vías del país. Esta combinación de factores naturales y antrópicos exige una planificación cuidadosa y un monitoreo constante para reducir la vulnerabilidad de las zonas críticas como la Vía al Llano.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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