“Acá en el pueblo no hay más nada, solo moto y moto por todo lado”, dice un adolescente de Fonseca. En este municipio guajiro, la falta de oportunidades laborales ha hecho que cada vez más jóvenes se dediquen al mototaxismo, una vez terminan el colegio. Un empleo informal e inestable que crece día a día de la mano del desempleo juvenil.

Por qué es importante

En la Guajira, son pocas las opciones de empleo, y la mayoría es informal. Según las últimas cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), en 2018 el empleo informal alcanzó el 90,3 por ciento. Aunque en Fonseca no hay cifras actualizadas, una investigación de la Universidad de La Guajira realizada en 2010 para la Secretaría de Desarrollo Económico de la Gobernación de La Guajira arrojó que 9.768 habitantes de 36.447 no tenían un trabajo estable. Es decir, cerca de 3 de cada 10 fonsequeros no tenían un trabajo que les permitiera vivir dignamente.

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Qué está pasando

En Fonseca es cada vez más común ver jóvenes de entre 17 y 28 años conduciendo mototaxis. Pasan sus días transportando pasajeros de un lado a otro del casco urbano o de los corregimientos. Son tantos los mototaxistas que algunos han implementado estrategias para fidelizar a sus clientes ofreciendo tarifas diferenciales para recorridos largos, poniendo música para amenizar el viaje o entregando papeles con sus datos de contacto para que los vuelvan a llamar. Hoy, este oficio es una de las principales opciones de empleo para los jóvenes cuando terminan el bachillerato.

Henderson Durán tiene 18 años y es uno de los mototaxistas de la vereda Guamachal. Durán cuenta que tuvo que abandonar sus planes de estudiar porque con lo que sus padres ganan en el campo no les alcanza para sostenerse y, además, pagar su educación. “Trabajo para ayudar a mi familia en la compra de alimentos, productos de aseo, y de vestir”, dice.

Durante las horas de calor, algunos mototaxista van al río para refrescarse.Fotografía: Gabriel Linares
Durante las horas de calor, algunos mototaxista van al río para refrescarse.Fotografía: Gabriel Linares

Al igual que Henderson, muchos adolescentes empiezan en el mototaxismo para aportar en sus casas y tener algo con qué comprar la comida de todos los días. Otros, para poder ahorrar y pagar una carrera técnica o profesional. Pero en la mayoría de los casos lo hacen porque simplemente es una manera de ganar dinero relativamente fácil.

A diferencia de otros empleos informales —como la venta de frutas y verduras, de billetes de lotería o comidas rápidas— para ser mototaxista no hay que invertir dinero comprando materia prima ni esperar una quincena o un mes para recibir un salario. Para cualquier joven acostumbrado a la inmediatez, la ecuación es sencilla: trabajar un rato y obtener algo a cambio. Casi en seguida. El único requisito es saber conducir una moto, inclusive sin contar con una licencia.

“Tengo mis ganancias diarias, tiempo para descansar y estudiar. Trabajo de seis de la mañana a siete de la noche”, dice Jorge Amaya, un joven de 19 años que trabaja como mototaxista en el corregimiento El Hatico.

Amaya tiene claras las ventajas del oficio: puede manejar su tiempo, obtener dinero para gastar en comida todos los días y ahorrar algo para pagar sus estudios en el Centro Agroempresarial y Acuícola del Sena donde está aprendiendo a ser técnico en Construcción de Edificación.

“He trabajado en el sector agrícola como fumigador de arroz y me pagan diez mil pesos por tanque. Trabajo de cinco a once de la mañana y gano de acuerdo a la cantidad de tanques fumigados. Se gana más dinero, pero ese trabajo tiene una desventaja y es que no se hace a diario”, explica.

En un día de trabajo, un joven mototaxista en Fonseca puede llegar a producir hasta 85 mil pesos aproximadamente. Pero no todo es ganancia. Este dinero le debe alcanzar para pagar la tarifa que le cobra diariamente el dueño de la moto, su comida y la gasolina. Es decir, de esos 85 mil pesos debe utilizar 20 mil para pagar la tarifa diaria, 10 mil para tanquear la moto, y al menos unos 40 mil para cubrir el costo del desayuno, el almuerzo y la cena. En este escenario, al final de la jornada solo le quedan unos 15 mil pesos libres.

Pero hay días en que puede ganar mucho menos dinero. Si decide hacer menos carreras o hay menos personas que necesiten su servicio, puede conseguir unos 50 mil pesos o menos. En el peor de los casos, en un día puede reunir si acaso unos 20 mil pesos y terminar debiendo la cuota que paga por el uso de la moto.

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Esta situación lleva a que muchos jóvenes terminen viviendo en la precariedad: no están afiliados a una entidad prestadora del servicio de salud, no aportan a un fondo de pensión ni ahorran en cesantías. Ni hablar de si cuentan con un seguro que cubra sus riesgos profesionales.

Lo que ganan apenas les alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Y cada vez les resulta más difícil. En los últimos meses, han sentido el impacto del aumento de los precios de los productos de la canasta básica familiar. Hoy, una libra de carne cuesta quince mil pesos, una libra de arroz unos dos mil pesos, y un litro de aceite de cocina unos 10 mil o 13 mil pesos. “Estoy en el mototaxismo porque mi mamá está enferma y esto es lo único que está dando, más o menos para resolver la comida, los medicamentos de mi mamá y mis estudios”, dice Yoiner Peralta, mototaxista de 17 años. “Es algo fundamental para empezar porque acá en el pueblo no hay más nada, solo moto y moto por todo lado”.

El problema de fondo: pocas opciones de empleo

Para los jóvenes, es muy difícil conseguir trabajo en Fonseca. En el municipio, solo hay tres grandes empleadores: el Hospital San Agustín, la Alcaldía y la mina de El Cerrejón. Las plazas de trabajo disponibles en estos lugares, además de ser pocas, son muy competidas pues suelen ser codiciadas por trabajadores de los nueve municipios del sur de La Guajira y Valledupar. La agricultura, que es el segundo renglón de la economía, está en picada porque los insumos han aumentado de precio, las vías están en mal estado para sacar los productos y las sequías afectan los cultivos.

El panorama es desalentador inclusive para quienes han logrado estudiar alguna carrera profesional o técnica. Yeifran Toncel, un joven mototaxista, asegura que no encontró trabajo después de terminar la carrera de Trabajo Social hace dos años en la Universidad de La Guajira. “No deberían pedir tanta experiencia laboral en empresas públicas o privadas, ya que es el principal obstáculo que no nos deja avanzar y nos tiene estancados en el área laboral”, afirma. Toncel, quien también estudió para ser técnico en Construcciones Soldadas y Mecánico Diesel en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), dice que son muchos los profesionales que no han tenido la oportunidad de conseguir un trabajo.

Yelenka Hernández, joven desempleada y profesional de Geología de la Universidad de Pamplona, coincide. “En el municipio hay pocas oportunidades para jóvenes y exigen muchos requisitos para obtener un primer trabajo”.

Además, para las mujeres, conseguir un trabajo resulta más esquivo pues el mototaxismo es un gremio dominado principalmente por los hombres y muchos empleadores ven como una desventaja que ellas tengan familia. Mairim Torres trabaja atendiendo máquinas de apuestas porque desde que se graduó como tecnóloga en Obras Civiles del Sena, no ha podido conseguir empleo. Los empleos a los que se ha presentado requieren que los aspirantes tengan experiencia, un requisito con el que no cumple porque nunca ha sido contratada por primera vez.

“He buscado empleo en otros sectores pero aquí es muy difícil, ya que no hay grandes empresas. He trabajado como cuidadora de niños, haciendo aseo y otros más pero lo que me ganó en esas actividades, el dinero no me alcanza. Con el empleo que tengo actualmente me pagan mejor”, cuenta Torres. “Tengo un niño y mi madre a mi cargo y necesito dinero para la manutención de ellos”, añade.

Esta desigualdad se refleja en las estadísticas de desempleo nacionales. Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares del DANE entre diciembre de 2021 y febrero de 2022, el 16,4 por ciento de las mujeres de los centros poblados y rurales dispersos estuvo desempleada en comparación con el 6 por ciento de los hombres.

Marim Torres carga a su bebé en brazos. Cuenta que gana 4 mil pesos por cada 100 mil pesos vendidos a la semana. Fotografía: Dalis Bolívar
Marim Torres carga a su bebé en brazos. Cuenta que gana 4 mil pesos por cada 100 mil pesos vendidos a la semana. Fotografía: Dalis Bolívar

El plan de la Alcaldía

Deimer Torres, secretario de Planeación de Fonseca, asegura que el objetivo de la Alcaldía es bajar los altos índices de desempleo y la brecha salarial de género. “En nuestras obras siempre dejamos el capítulo donde se debe incluir a la mujer y en el momento tenemos muchas obras aprobadas gracias a que somos un municipio priorizado PDET”, dice. Sin embargo, Torres no habla de un plan o alguna iniciativa específica para combatir el desempleo juvenil. Insiste en que las obras proyectadas para mejorar las vías y el acueducto, e impulsar la producción energética van a generar empleos. Así, en general.

“Va a disparar los empleos directos e indirectos y es nuestra gran apuesta que estas obras reactiven la economía en el casco urbano y rural, ya que son muchas las empresas que llegarán a contratar personal de nuestra región. Esta es nuestra arma más fuerte para disparar los índices de empleabilidad del municipio”, insiste el Secretario de Planeación.

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Desde la Cámara de Comercio de La Guajira, tampoco hay una estrategia para combatir este problema. “No tenemos ningún plan específico para que el municipio de Fonseca pueda salir de su alto índice de desempleo, pero sí hemos venido constantemente ofreciendo hacer reuniones de interlocución para en conjunto poder construir propuesta”, admite Maribet Gámez Figueroa, jefe de comunicaciones. “No tenemos un programa puntual dirigido a jóvenes pero si tenemos en estos momentos la convocatoria de Turismo Emprende y vamos a iniciar con crecer para avanzar donde se ha priorizado el sector juvenil”, añade.

Sin embargo, Yelenka Hernández -quien hace accesorios de ropa para niñas- opina que es poco probable que los jóvenes del municipio logren participar en algún programa de fomento al emprendimiento. Afirma que el principal obstáculo es que no cuentan con el dinero necesario para empezar.

“Emprender en mi propio negocio, me ha sido muy complicado ya que no cuento con tantos recursos y la economía está un poco paralizada”, dice. Por su parte, Mairim Torres dice que la falta de oportunidades es un problema generalizado. “En este municipio se necesita un gran proyecto para que se generen empleos para todos, no es solo para los jóvenes”, afirma.