Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 26, 2025 - 5:56 am
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Una investigación de ocho meses permitió a las autoridades colombianas desarticular una compleja red de extorsión operada desde un centro carcelario. Este grupo, denominado ‘Los Pepos’, estructuró su accionar en la manipulación de entornos digitales: creaban perfiles falsos en redes sociales, suplantaban a entidades públicas y abrían cuentas bancarias con documentación fraudulenta. El accionar delictivo de esta organización, según datos confirmados por fuentes como el Gaula Bogotá y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), estaba orientado principalmente a víctimas de Bogotá, aunque la influencia del grupo alcanzó a ciudades como Soacha, Neiva y Medellín.

El cabecilla, conocido bajo el alias de ‘Camilo’, dirigía la estructura desde la prisión. Aliados clave, como ‘Marlon’ y ‘Maritza’, se encargaban de manejar las finanzas y coordinar los cobros con el resto de la red, respectivamente. El grupo recurría a engaños como la promesa de servicios inexistentes —encomiendas o actividades sexuales ficticias— y luego extorsionaban a sus objetivos bajo amenazas, exigiendo sumas entre 200 mil y 5 millones de pesos. Según el informe policial, el mecanismo de intimidación solía incluir la simulación de procesos judiciales, una táctica conocida como “chantaje jurídico”, que incrementaba la presión psicológica sobre las víctimas.

De acuerdo con declaraciones del teniente coronel Carlos Cárdenas, comandante del Gaula Bogotá, el desmantelamiento de la banda fue posible gracias a la denuncia oportuna de al menos siete víctimas, quienes permitieron a la policía mapear los métodos de suplantación y los movimientos financieros del grupo. Durante la operación, las autoridades incautaron material importante: trece teléfonos celulares, catorce comprobantes bancarios, catorce tarjetas SIM y copias de cédulas, todos elementos fundamentales en la estructura de fraude y suplantación identificada.

La captura de ‘Los Pepos’, involucrados en el recaudo ilícito de aproximadamente 1.000 millones de pesos colombianos, pone de manifiesto la creciente tendencia del crimen organizado hacia el uso de entornos virtuales. Un informe de CLIP advierte que la capacidad de anonimato en redes sociales no solo acelera la multiplicación de víctimas, sino que dificulta la localización de los delincuentes, incrementando la inseguridad ciudadana. Además, expertos forenses aseguran que la unión de estrategias digitales y amenazas jurídicas complica el trabajo de prevención e investigación, obligando a las autoridades a emplear herramientas más avanzadas y coordinación interinstitucional.

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El impacto emocional y social para quienes sufren este tipo de extorsión es devastador. Conforme un reporte reciente de Interpol, muchas víctimas caen en un círculo de miedo que limita la denuncia y profundiza el aislamiento. Por ello, la Fiscalía General de Colombia y demás instituciones involucradas sostienen que la integración de tecnología forense, análisis digital y la educación pública son fundamentales para reducir estos delitos y proteger a la ciudadanía ante amenazas de esta naturaleza cada vez más sofisticadas.

¿Cómo logran las autoridades rastrear el origen de cuentas bancarias falsas utilizadas en las extorsiones? La trazabilidad de cuentas bancarias vinculadas a delitos digitales representa uno de los mayores desafíos para la seguridad financiera y la justicia penal. En el caso desmantelado, la cooperación entre entidades policiales y la Fiscalía General permitió el seguimiento de consignaciones y movimientos bancarios a través de tecnología forense digital. Este proceso implica analizar comprobantes electrónicos, verificar la autenticidad de los datos personales y coordinar con los bancos para identificar anomalías en la apertura de cuentas. El uso de big data facilita el cruce de información y ayuda a las autoridades a ubicar patrones, relacionando transferencias bancarias con otros indicios recolectados en la investigación. Así, la colaboración interinstitucional y la tecnología avanzada se han convertido en los principales soportes para rastrear y desarticular redes criminales que emplean suplantaciones financieras.

¿Qué significa “chantaje jurídico” y cuál es su impacto en las víctimas? El “chantaje jurídico” es un mecanismo de intimidación donde los delincuentes hacen creer a la persona extorsionada que enfrenta procesos legales inminentes o que podría ser detenida si no paga un monto específico. Esta estrategia psicológica, señalada en la literatura criminológica, utiliza amenazas referentes a acciones judiciales ficticias para obligar al pago. Su impacto sobre la víctima es doblemente grave: no solo produce angustia y temor por supuestas implicaciones legales, sino que también genera desconfianza y sentimiento de vulnerabilidad. Las autoridades y expertos en seguridad coinciden en que este tipo de intimidación dificulta la denuncia y puede perpetuar el ciclo delictivo al explotar el desconocimiento o miedo del ciudadano frente a procedimientos judiciales.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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