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Que en este tema Iván Duque “juega con candela” y que Francisco Santos “hace el ridículo” lo dicen, respectivamente, Laura Gil en El Tiempo y Santiago Villa en El Espectador, al llamar la atención en sus columnas sobre los escenarios a los que podría conducir una conflagración orientada a derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro.

Otros analistas también alertan sobre una eventual acción militar contra el vecino país, e incluso sostienen que lo que le interesa a Estados Unidos es el petróleo del país vecino.

En la Asamblea de la ONU de este martes quedó claro que Venezuela está hoy en el centro de la agenda del gobierno estadounidense, comoquiera que el presidente Donald Trump sostuvo, entre otras cosas, en su reunión con Duque, que un golpe militar en el país caribeño triunfaría rápido. Además, no quiso descartar una posible acción militar contra Venezuela, una posibilidad de la que avisó por primera vez en agosto de 2017.

A lo anterior se sumó la advertencia que lanzó en Twitter el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, a Caracas: “Hay informaciones de prensa hoy de que el régimen de Maduro movilizó tropas militares a la frontera con Colombia, un esfuerzo obvio de intimidación. Déjenme ser claro: Estados Unidos siempre estará con sus aliados. El régimen de Maduro haría bien en no poner a prueba la resolución del presidente de Estados Unidos o del pueblo estadounidense”.

Es decir que, por parte de Estados Unidos, el explosivo coctel está casi preparado. La otra parte correría a cargo de Colombia, pero es ahí donde los analistas llaman la atención.

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Para Laura Gil, por ejemplo, el presidente Duque “juega con candela”, pues hoy en su gobierno Colombia “toma distancia de la región y parece contemplar la posibilidad de avalar un ataque contra el régimen de Maduro”. En su columna de El Tiempo, Gil recuerda el silencio del canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo cuando, en la frontera colombo-venezolana, Luis Almagro, secretario de la OEA, afirmó: “No debemos descartar ninguna opción”.

“Este silencio se tornó estrepitoso cuando Colombia desistió de firmar un comunicado del Grupo de Lima, el único espacio de consenso de cara a Venezuela, que condenaba, primero, la dictadura y, luego, las armas como solución. A ello le siguieron las afirmaciones de Francisco Santos, embajador en Estados Unidos, que dejó abierta la puerta al operativo militar”, agrega Gil.

También recuerda que solo existen dos maneras de utilizar la fuerza en el marco jurídico internacional: en ejecución de un mandato del Consejo de Seguridad y en defensa propia. “La primera está descartada en tanto los aliados de Venezuela, China y Rusia, cuenten con poder de veto. Con respecto a la segunda, ¿podríamos estar configurando una argumentación de defensa propia?”.

Una intervención militar en Venezuela sería “la locura de las locuras”, advierte, por su parte, Darío Arizmendi, director de ‘6 AM Hoy por Hoy’, de Caracol Radio. “Aquí lo que está en juego son las reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del mundo. Venezuela a Estados Unidos le importa un pito. Lo que pasa es que el régimen de Venezuela es tan imbécil, tan ignorante y tan estúpido que no entiende que tiene toda la riqueza”.

“Muy bien la solidaridad norteamericana para con Colombia, tanto de Trump como del vicepresidente Pence, de que si hay algún rollo con Colombia, inmediatamente Estados Unidos se meten. ¡Por Dios, el daño que nos harían! ¿Alcanzaría Venezuela los objetivos militares nuestros antes de que nosotros podamos reaccionar o que los gringos se puedan meter? ¿No destruirían antes a Reficar y todas nuestras instalaciones petroleras e industriales y acabarían con los puentes de la frontera? Aquí hay demasiado en juego”, advirtió Arizmendi.

En ese mismo sentido se manifiesta Santiago Villa en su columna de El Espectador, en la que, de manera irónica, esboza una guerra con Venezuela: “La idea es ‘súper chévere’. A los machos machotes y funcionarios con pantalones les llena de entusiasmo nacional una gran operación conjunta con Estados Unidos […] que nos permita […] bombardear el Palacio de Miraflores, las bases militares del chavismo, los campos petroleros que suministran crudo a Estados Unidos y China […] y chocar contra los tanques de guerra venezolanos en las praderas donde rara vez ha hecho presencia el Estado colombiano […]”.

Y continúa con sarcasmo: “Incendiar los cielos socialistas, salvar a la patria vecina. Poco importa que Venezuela a su vez bombardee Cúcuta, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla o la refinería de Barrancabermeja, que ocupe con sus tropas la península de La Guajira y las minas del Cerrejón antes de ser empujada hacia la serranía del Perijá por los marines estadounidenses […]. Que nos llegue ahí sí la ola completa de refugiados. ¡Qué verraquera! ¡Vamos, muchachos, hasta la muerte!”.

“Por favor: aterricen”, reclama en serio Villa. “Las cosas no funcionan así en el terreno de la realidad. Aunque Donald Trump coquetee con la posibilidad de hacer una operación Panamá 2, los que se montan al tren del entusiasmo alevoso, como Francisco Santos, no hacen sino el ridículo. La tragedia que padecen los venezolanos, así se vuelva nuestra también por el influjo migratorio y los golpes económicos que generó perder a nuestro principal cliente comercial, es casi imposible de solucionar desde Colombia”.

Y da una solución radical que podría adoptar Estados Unidos, país “donde Francisco Santos tan alegre sugiere sin sugerir invasiones militares”: “Si corta toda compra de petróleo a Venezuela, toda exportación a Venezuela de los diluyentes con que mezcla el crudo para transportarlo en los oleoductos, y/o si deja de asegurar sus flotas de buques petroleros, se acaba la principal fuente de financiación del régimen de Maduro. Tendría China que acoger del todo el costo de mantener a Maduro, o presenciar su colapso. Si Maduro sigue en el poder es también porque Estados Unidos, en cierta medida, ha sido ‘cómplice’”.

El editorial de El Espectador, por su parte, dice tajantemente que “ningún camino debe llevar a la intervención militar en Venezuela. Aunque Donald Trump está utilizando su presidencia de Estados Unidos para amenazar al régimen de Nicolás Maduro con un golpe de Estado, Colombia y la comunidad de países no pueden aceptar ese tipo de despropósito en la región. La única salida es la presión diplomática”.

“Lo que para un mandatario de la personalidad de Trump puede tratarse de un escenario emocionante y sencillo, una guerra más en un país del que poco sabe y que está en una región que no ocupa el centro de sus preocupaciones, para los vecinos de Venezuela y para los venezolanos sería una catástrofe que hubiera ese tipo de intervención”, advierte el diario capitalino.

Después hace varias preguntas sobre la base de que siempre se sabe cómo empieza una invasión pero nunca se sabe cómo termina: “¿Estamos preparados para lidiar con una Venezuela convertida en un escenario equiparable al de Irak? ¿Y si el país vecino decide atacar a Colombia como retaliación por haber colaborado en la invasión? ¿Estamos dispuestos a otra guerra con repercusiones nefastas? ¿Queremos que la tragedia humanitaria se multiplique? ¿Estamos dispuestos a asumir los enormes costos sociales y económicos que implica un conflicto internacional? ¿Qué harán, además, los países aliados de Venezuela?”.

Y concluye: “Por donde se le mire, la supuesta ‘opción militar’ no es más que un ejercicio de arrogancia que no tiene en cuenta las necesidades de la región”.