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El reciente incidente en Cali, donde un agente de tránsito fue arrastrado varios metros por un conductor en estado de embriaguez que intentaba realizar un giro prohibido, ha generado una profunda preocupación tanto en la opinión pública como en las autoridades locales. Más allá de la gravedad del caso, este acto de violencia pone de manifiesto las falencias estructurales en la seguridad vial y el respeto a la autoridad en la capital vallecaucana. La suma de 55 agresiones a agentes de tránsito en lo corrido de 2025 expone un patrón preocupante y ha llevado a la administración municipal a plantear medidas excepcionales para contener la escalada y fortalecer la gestión de movilidad urbana, según declaraciones del Secretario de Movilidad de Cali, Gustavo Orozco.
El ataque tuvo lugar en la avenida Roosevelt, cuando agentes de tránsito intentaron frenar la infracción de tránsito cometida por el conductor, quien no solo desobedeció la orden de detenerse, sino que reaccionó de forma violenta, poniendo en riesgo la vida del funcionario público. De acuerdo a la información oficial, ciudadano intervino para evitar la fuga del agresor, lo que permitió su captura. El involucrado manejaba bajo los efectos del alcohol y tenía la licencia de conducción suspendida por una infracción similar, lo que subraya la recurrencia de conductas peligrosas en las vías y la dificultad institucional para prevenir y sancionar efectivamente a los reincidentes.
Esta situación no es exclusiva de Cali. Como documentó el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, Colombia vive un incremento sostenido de agresiones contra agentes de tránsito, fenómeno relacionado con la impunidad y la insuficiencia de sanciones administrativas y penales. Paralelamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la conducción bajo los efectos del alcohol continúa siendo una de las principales causas de siniestros viales a nivel mundial, por lo que la solución requiere leyes efectivas, campañas pedagógicas y una vigilancia constante.
Con este escenario como trasfondo, la decisión de la Alcaldía de Cali de sumar a la Fuerza Aérea y el Ejército a los operativos refleja no solo la gravedad de la coyuntura, sino también la búsqueda de recuperar el orden en el espacio público. No obstante, expertos insisten en que los dispositivos de choque son insuficientes si no se articulan a estrategias de educación, inversión en infraestructura vial y reformas en el sistema de multas, como planteó el consultor Eduardo Ocampo en diálogo con El Espectador. Las posturas sostenidas por la justicia —decretando detención al agresor bajo la figura de peligro para la comunidad— marcan un precedente e invitan a repensar la tolerancia institucional frente al irrespeto a la autoridad.




En el trasfondo de esta problemática laten factores socioeconómicos y culturales que han sido identificados en investigaciones de la Universidad del Valle. El estrés, la pobreza y la percepción ciudadana de impunidad fortalecen una cultura en la que la autoridad carece del respaldo necesario para ejercer sus funciones, lo que implica el reto adicional de construir confianza, transparencia y participación ciudadana en los procesos de movilidad.
Comparativamente, otras ciudades latinoamericanas como Medellín o Buenos Aires han demostrado que la combinación de herramientas tecnológicas, campañas de sensibilización y educación ciudadana puede reducir la violencia en las vías y mejorar la colaboración entre conductores y autoridades. El uso de video evidencias, aunque útil para visibilizar y sancionar, debe ir acompañado de una difusión responsable, evitando la estigmatización y privilegiando soluciones de fondo, según recomendaciones de diversos expertos en ética y comunicación.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué medidas adicionales podrían tomar las autoridades para proteger a los agentes de tránsito en Cali?
La seguridad de los agentes de tránsito enfrenta desafíos tanto operativos como sociales. Más allá de la presencia militar, iniciativas como capacitaciones en manejo de conflictos, dotación de cámaras corporales y protocolos de intervención pueden resultar efectivas. Implementar tecnologías de monitoreo, incrementar la severidad en la reincidencia de conductores infractores y fortalecer la participación ciudadana son acciones sugeridas por estudios académicos y reportes oficiales. El éxito de estas estrategias radica en su integración dentro de una política pública de movilidad que combine la coerción, la prevención y la legitimidad institucional.
Los escenarios con alta conflictividad en la movilidad exigen una respuesta integral. En ciudades como Medellín, la colaboración entre distintas secretarías, el uso de inteligencia artificial para el monitoreo y la participación comunitaria han generado resultados positivos. Cali podría estudiar y adaptar estas experiencias, priorizando la construcción de confianza y el fortalecimiento de la cultura ciudadana que valore la vida y el cumplimiento de la ley.
¿Por qué conducir bajo el efecto del alcohol es una de las principales causas de accidentes y qué sanciones existen en Colombia?
La conducción bajo los efectos del alcohol incrementa de manera significativa el riesgo de accidentes, pues provoca una disminución en la capacidad de reacción, percepción y juicio. La OMS ha señalado que esta conducta multiplica tanto la probabilidad de colisiones como la gravedad de las consecuencias, afectando no solo a los conductores implicados sino también a víctimas inocentes y al sistema de salud pública.
En Colombia, las sanciones para quienes conducen en estado de embriaguez comprenden multas de alto valor, suspensión o cancelación de la licencia de conducción e incluso penas privativas de la libertad en caso de reincidencia o agravio a terceros. No obstante, la reincidencia continúa siendo un reto, por lo que autoridades y expertos plantean la necesidad de fortalecer tanto la vigilancia como la pedagogía para un efectivo cambio cultural y reducción de la siniestralidad vial.
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