Ese hecho lo patenta un artículo que publica El País, de España, considerado el diario con mayor influencia en Hispanoamérica, bajo el título ‘La gestión de la crisis en Colombia enfrenta los liderazgos de Iván Duque y Claudia López’, escrito por Francesco Manetto.

El que un medio de esa dimensión se ocupe de la disputa (no declarada abiertamente) entre el presidente y la alcaldesa refleja que el tema ya no es exclusivo del cotilleo de los colombianos, que se hablan de eso en voz baja, ni de algunos columnistas que ya hasta se refieren a la disputa por la presidencia en 2022. Buena parte del mundo, al menos el hispanoparlante, está enterado.

“Cooperación, pero también tensiones. Trabajo en equipo y al mismo tiempo choque entre estilos y liderazgos. La crisis del coronavirus en Colombia ha evidenciado las diferencias entre las dos principales figuras políticas del país”, escribe Manetto en el diario madrileño.

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Esa es la entrada al resumen que hace de las dos últimas semanas en la política colombiana, eclipsada por el COVID-19, en la que ha habido encuentros y desencuentros entre Duque y López, como las salidas de ambos en público mostrando coordinación entre las dos instancias, pero también las críticas de López a decretos del presidente sobre apropiación de recursos y orden de cuarentena.

“La colisión de personalidades y su carga simbólica no es nueva”, continúa Manetto para dar paso a la trayectoria política de la alcaldesa y destacar que “en febrero, según […] Invamer, [López] tenía un índice de aprobación que rozaba el 70%, el triple que el del mandatario”. Y agrega: “La gravedad de la situación [por el coronavirus] alentó la colaboración de las autoridades. Sin embargo, también se ha dado una contienda de gestos”.

Entretanto, en Colombia varios columnistas se siguen sumando a ese tipo de análisis, aunque con marcadas posturas políticas a favor o en contra de Duque y López.

Cecilia Orozco Tascón, por ejemplo, asegura en El Espectador que el coronavirus, en el plano colombiano “les pasa factura a los soberbios. El presidente de la República, primero que por su cargo debía enfrentar al monstruo, dio palos de ciego al inicio y todavía, después de días de perplejidad, no luce como jefe en sus alocuciones por televisión. Al contrario, se le siente vacío, inseguro y arrasado por las circunstancias y por los alcaldes y gobernadores, de quienes reclamó acatamiento y subordinación cuando estos optaron por tomar el toro por los cuernos y por empezar a hacer aquello para lo que fueron elegidos: gobernar”.

Cree, en cambio, que López “ha pasado a la primera línea de la opinión”, porque  “[…] con su menuda figura y la experiencia de apenas dos meses y medio en las labores del gobierno de la capital, […] ha logrado ponerse en los zapatos de los bogotanos y transmitirles la seguridad de que, en esta catástrofe, alguien —ella— se ocupa de ordenar la casa sea lo que sea que ocurra en esta”.

En una postura diametralmente opuesta se encuentra John Mario González, que escribe en El Tiempo que “lo que sucede con el presidente Duque es lo que sentencia el popular adagio de al caído caerle”, por, entre otras razones, “el excesivo afán de protagonismo de ciertos mandatarios locales en aras de su propio logro político”.

“No terminaba de confirmarse el primer caso de coronavirus en Bogotá cuando ya aparecían notas en medios cercanos a la alcaldesa Claudia López destacando su liderazgo y diciendo que el presidente Duque se preocupaba por las pérdidas y los empresarios”, critica González, y le saca a relucir otros datos a López: “Lo que no se menciona es que a la alcaldesa, que enarbolaba en campaña que si el crimen no duerme, la justicia tampoco, se le dispararon los homicidios un 21 por ciento entre enero y febrero, al pasar de 141 en 2019 a 171 en el 2020”.

También asegura este columnista que el “deseo de emular y querer demostrar que tiene más ‘pantalones’ que Duque no le hace bien a nadie”. Para González, “es muy distinto manejar un país a una ciudad como Bogotá, en la que buena parte del problema, al menos inicial, se resuelve con un traslado presupuestal de las que eran sus boyantes finanzas. Pero que no se engañen los mandatarios locales porque infortunadamente sus borradores de planes de desarrollo tendrán que rehacerse, el desempleo se disparará y recibirán menos transferencias”.