Acantilados, lagunas, climas extremos y el riesgo de toparse con animales peligrosos son solo algunos de los elementos que estarían sorteando los cuatro hermanos que, se presume, sobrevivieron al siniestro de un avión en las selvas del Guaviare.

Han pasado 18 días desde que el avión Cessna C206 de matrícula HK 2803 se estrelló sobre la manigua de Solano (Caquetá). En el lugar permanecen cien uniformados tratando de dar con su paradero, hasta la mañana de este sábado se unirá un grupo de 50 comandos más.

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“En el día, los rayos de luz se cuelan entre las ramas de los árboles y hace que el calor sofoque por dentro. Al mismo tiempo, la humedad crece y el ambiente se hace pesado”, había detallado Nicolas Castaño Arboleda, líder de Línea Flora Instituto SINCHI a EL COLOMBIANO.

En esa región de la selva amazónica los árboles pueden alcanzar hasta los 40 metros –altura comparable a la de un edificio de nueve pisos–. La región es también el hogar de los felinos más grandes de América: el puma y el jaguar. Allí, también, habitan anfibios y reptiles venenosos.

“Existen plantas venenosas, tallos y frutos con espinas. La planta más venenosa se llama Curare y es utilizada por las comunidades indígenas para cazar porque genera parálisis respiratoria”, apuntó Castaño.

“Donde cayó el aparato es una selva virgen. Alrededor solo hay árboles y agua. Hay parte donde el tapete de árboles es tan espeso que, aún de día, se ve oscuro y se genera la sensación de estar caminando en medio de la noche”, describió Isaías Suache, exsoldado profesional que patrulló esa selva entre 2022 y 2004.

La altura de los árboles también suele ser un impedimento para adquirir los alimentos. El soldado retirado narró que una de las maneras de alimentarse es recoger las sobras que dejan caer los micos y los pájaros desde la copa de los árboles.

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En efecto, los organismos de socorro han informado que en el perímetro de búsqueda en el Guaviare han hallado frutas con mordeduras humanas. Es decir, los niños se estarían alimentado de lo que provee la selva.

En las últimas 48 horas el Ejército y la Fuerza Aérea han intensificado su búsqueda por aire y tierra. Con megáfonos han intentado orientar a los niños Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de nueve; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de cuatro años; y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses.

“Puede pasar que uno termine caminando en círculos porque piensa que todos los árboles son diferentes y resulta que terminan siendo los mismos. La única salida coger quebrada arriba o abajo y en alguna parte se encontrará una población o algunas casas”, puntualizó Suache.