Un reportaje hecho en varias estaciones de la capital sirvió como evidencia de lo que pasa en estos lugares en los que, así como sucede en las cárceles, hay hacinamiento, problemas de salubridad y pésimas condiciones para los reclusos.

Aunque estas estaciones deberían ser lugares de transición, se han convertido en las celdas en las que los condenados cumplen sus penas, algo que ni ellos desean tener, pues piden que los lleven a verdaderas cárceles.

Entre las muchas degradaciones a las que están expuestos se resalta la pésima alimentación que reciben. En Noticias Caracol, uno de los reclusos dijo: “La comida es deplorable. Sabemos que hemos cometido delitos, pero tenemos unas normas que nos acogen y unos derechos que nos protegen”.

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En la estación de Bosa, que queda al lado de un par de colegios de la localidad, la situación es tan indignante que hasta los policías hacen recolectas para completar el almuerzo de algunos reclusos a los que no les llega la comida.

En este lugar hay un preso que se encarga de probar la comida y así fue como describió el plato que recibió el día que el noticiero lo grabó: “Media pechuga fría, sin sabor, un arroz crudo y un plátano a medio cocinar. Esa es la comida de los reclusos”.

Según contó, a ellos solo los alimentan dos veces por día. El desayuno llega entre las 9 y 10 de la mañana y el siguiente plato lo reciben a las 4 o 5 de la tarde. En el tiempo que no reciben alimento les toca “aguantar hambre, tomar agua o esperar el día de la encomienda, que es una vez por semana”, dice el recluso.

Aunque en el informativo solamente mostraron cómo se alimentan en esta estación del suroccidente de Bogotá, en su recorrido demostraron que en la capital no hay espacio para tener más privados de la libertad y que varios de ellos están pasando sus días en espacios en los que deben comer y hacer sus necesidades casi que en el mismo lugar, entre otros problemas.