Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 30, 2025 - 12:15 pm
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El reciente intento de robo en el barrio La Aurora, ubicado en la localidad de Barrios Unidos en Bogotá, ha puesto de manifiesto la adaptación de las tácticas delictivas a las nuevas condiciones urbanas. Dos hombres disfrazados de recicladores, desplazándose en una carretilla como parte de su estrategia, trataron de asaltar a una mujer. Este hecho fue registrado por cámaras de seguridad y, según reportan los vecinos, refleja la creciente sofisticación en la manera como algunos delincuentes buscan camuflar sus acciones. El caso ha generado inquietud, especialmente porque se percibe como una modalidad que aprovecha estereotipos sociales para pasar desapercibida y complicar la reacción de las autoridades y de la ciudadanía. Tanto Ciudad TV como El Espectador han reportado la preocupación de la comunidad por la recurrencia de este tipo de incidentes.

Sin embargo, este suceso aislado ocurre en un contexto en el que las cifras oficiales aportadas por la Secretaría de Seguridad de Bogotá muestran una reducción importante en los distintos tipos de hurto. Entre enero y agosto de 2025, los hurtos a comercios disminuyeron un 25% respecto al año anterior, situándose en 5,872 casos, la cifra más baja desde 2018. De igual forma, el hurto a residencias cayó un 7%, con 3,992 denuncias en el mismo periodo. Estos descensos se han atribuido a acciones coordinadas como patrullajes mixtos, el fortalecimiento de zonas seguras y un incremento en labores de inteligencia focalizadas en áreas residenciales consideradas vulnerables.

Otras modalidades delictivas relevantes también presentan descensos notables. El hurto a entidades financieras se ubicó en apenas 4 casos en lo que va de año, una cifra muy lejana de los 37 registrados en 2018. El robo de automotores también mostró una disminución, de 2,945 incidentes reportados en 2024 a 2,031 en 2025. Según El Espectador, este último cambio se relaciona con operativos de inspección y la revisión constante de vehículos en la vía pública y parqueaderos, esfuerzos que parecen estar dando resultados.

A pesar de la buena tendencia estadística, expertos en seguridad urbana citados en entrevistas coinciden en que las nuevas formas de crimen, como el uso de disfraces asociados a labores socialmente aceptadas, pueden aumentar la sensación de inseguridad y dificultar tanto la denuncia ciudadana como la respuesta policial. De hecho, se ha documentado la presencia de campaneros facilitando robos de cables eléctricos, lo que impacta el suministro de servicios públicos y aumenta el sentimiento de vulnerabilidad entre los residentes.

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La paradoja, según el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia, es que la percepción ciudadana muchas veces es más difícil de modificar que las estadísticas. Por ello, el reto de las instituciones va más allá de mantener tendencias positivas: se trata de construir confianza y reforzar el tejido social. Organismos internacionales como el Banco Mundial sugieren fortalecer la prevención social y la aplicación de tecnología avanzada, como la inteligencia artificial para el análisis de datos delictivos, y facilitar canales digitales para la denuncia y seguimiento de casos. Estas herramientas pueden hacer más efectiva y rápida la respuesta ante los desafíos cambiantes que plantea la delincuencia en la capital.

En síntesis, aunque la reducción de hurtos en Bogotá es un logro importante, episodios como el de La Aurora demuestran que la innovación en políticas de seguridad no debe detenerse. Escuchar activamente a las comunidades y combinar datos con tecnología y cercanía institucional es esencial para asegurar que la mejora se vea reflejada no solo en las cifras, sino en la vida diaria de las personas, según fuentes oficiales y análisis de expertos recogidos en El Espectador y Ciudad TV.

¿Cómo afecta la percepción de inseguridad a la vida cotidiana frente a la disminución de los delitos?
A pesar de la reducción estadística en delitos como hurtos a residencias, comercios o entidades financieras en Bogotá, la percepción de inseguridad persiste entre los ciudadanos. Según el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia mencionado en el artículo, el sentimiento de inseguridad puede incidir en la calidad de vida, alterar rutinas y restringir la circulación de las personas, incluso cuando los datos oficiales indican mejoras. De este modo, la percepción social se convierte en un factor que reta a las autoridades, ya que requiere estrategias más allá de la vigilancia policial, incorporando participación comunitaria y educación sobre la realidad delictiva para restablecer la confianza en los espacios públicos.

¿Qué son los campaneros y cuál es su papel en los delitos urbanos?
El término “campanero” aparece en el texto como una figura relacionada con el robo de cables eléctricos en la ciudad. Un campanero es una persona cuya función es alertar a los delincuentes sobre la proximidad de la policía u otras amenazas durante la ejecución de un delito. Esta modalidad, según lo reportado, facilita la comisión de ciertos crímenes al dar tiempo adicional para escapar o camuflarse, dificultando la reacción de las autoridades. La existencia de campaneros en situaciones como el robo de cables añade una dimensión de coordinación y planeación dentro de la estructura del crimen urbano, incrementando la complejidad de las investigaciones y la necesidad de estrategias de intervención más sofisticadas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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