Desde hace muchos años, el concepto de las bibliotecas se amplió y estas dejaron de concebirse como espacios para almacenar libros y pasaron a entenderse como instituciones autónomas en las que además de velar por el patrimonio material e inmaterial  que deben conservar y proteger la historia de la sociedad, lo que conocemos de aquellos y nosotros.

Son centros de información, centros comunitarios y universidades populares abiertas a cualquier tipo de público. De esto se desprende su importancia y valor, de allí que sean de primera necesidad.

El trabajo que se lleva a cabo desde la Red Nacional de Bibliotecas ha sido relievado en diversas ocasiones en Latinoamérica y en países de Europa como España.

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En particular, iniciativas emprendidas por las bibliotecas de Medellín, Cali y Barranquilla han merecido aplausos de la comunidad internacional. Esto ha posicionado a Colombia en los frentes de la cultura de la lectura y el libro.

Lo anterior, conduce a preguntarse por el panorama actual de la Red de Bibliotecas del Quindío: ¿qué pasa con el trabajo que se desarrolla desde la red? ¿Qué ha sucedido con la biblioteca departamental? ¿Por qué algunos bibliotecarios están tan inconformes?

La Red de Bibliotecas del Quindío está conformada por 13 bibliotecas públicas: 12 correspondientes a cada uno de los municipios del departamento y una perteneciente al corregimiento de Barcelona.

La Ley 1379 de 2010, dictó las disposiciones y políticas para las bibliotecas públicas de Colombia y las funciones que deben tener cada uno de los actores de este sector cultural, de esta manera, se consolida el trabajo que desde tiempo atrás se realizaba en el país.

¿Y la biblioteca departamental?

El Quindío no cuenta con biblioteca departamental y aunque su creación ha estado en las agendas y discursos de los candidatos a cargos de elección popular, este compromiso -una vez son elegidos- no ha hecho parte de sus agendas y planes de desarrollo.

Esto impide que haya un tratamiento y cuidado adecuado del patrimonio intelectual y material, no hay una institución que salvaguarde el patrimonio bibliográfico y documental.

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Sandra Patricia Suescún Barrera, coordinadora nacional de la Red de Bibliotecas, explicó que de acuerdo con las disposiciones de la ley 1379 de 2010 la Biblioteca Nacional y las bibliotecas públicas departamentales son las entidades responsables de reunir, organizar, incrementar, preservar, proteger, registrar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental de la Nación en el ámbito nacional y regional, respectivamente, a través de la gestión del depósito legal.

“En este sentido, la ley también define como competencia de los departamentos establecer la biblioteca pública departamental o definir mediante convenio a otra biblioteca de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas para que ejerza la función de recoger, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico del departamento, en un lapso no mayor de 3 años”. Es decir, este plazo se venció en 2013.

Panorama de la red

Algunos de los bibliotecarios del Quindío han expresado que tienen muchas dudas sobre las gestiones y actividades que se adelantan desde la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Quindío y desde la Red de bibliotecas del departamento. Manifiestan inconformidades y rechazan decisiones que se han tomado sin consultarles a ellos sobre lo que verdaderamente se necesita.

Una de las bibliotecarias que por solicitud suya pidió que se le reservara el nombre, señaló: “Contrataron a 19 promotores de lectura para acompañar a las bibliotecas en sus actividades, pero muchas bibliotecas no necesitan promotores porque ya tienen. Ellos lo que hacen es ir a las actividades que se realizan, pero a veces llegan hasta 2 y 3 promotores a una sola actividad. La idea del plan departamental de lectura, escritura y oralidad es que sea algo articulado que responda a planes y líneas estratégicas, lo que hace desde la secretaría y la red es atomizado, no hay procesos, solo van a leer en voz alta y, ¿qué proceso de lectura se fortalece con un promotor que llega un día lee un cuento y se va?”, se preguntó.

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Juan Felipe Gómez Cortés, periodista, gestor cultural y excoordinador de la red del Quindío, dijo sobre la situación: “Hay una sed de activismo, solo se fijan en mostrar números e indicadores, esto conduce a algo tan nefasto como contratar 19 promotores de lectura que no tienen un plan claro de lo que deben hacer. Han sido 3 años desastrosos para la red, los bibliotecarios están solos, perdieron el horizonte de lo que se puede hacer como red. Cualquiera que lee en voz alta cree que es promotor de lectura, esto no es así, un promotor debe tejer puentes entre libro y lector, esto requiere idoneidad y sensibilidad”.

Al respecto, el secretario de Cultura, José Manuel Rodríguez Brito, señaló: “Yo tenía la convicción de que el tema estaba bien con los bibliotecarios porque hemos venido realizando un cubrimiento muy amplio, trabajando sí o sí con toda la red, y apoyando a los bibliotecarios con sus actividades. Sobre el enlace de la red, no logro entender cuáles son los problemas, hace unos días, miembros de la red me daban gracias personales por las actividades y el apoyo que se hace. Cuando se dice que la figura de la coordinación no está cumpliendo con sus actividades, no sé a qué hacen referencia, porque para mí obviamente sí está cumpliendo. Me sorprendo sobre estos inconvenientes porque no tengo conocimiento de ellos. En este momento tengo 19 promotores de lectura y con $174 millones no alcanzo a hacer nada, no alcanzo a pagarles 2 meses y ellos fueron contratados por 4 meses. Por la relevancia e importancia que tiene entonces estamos buscando suplir esta necesidad con recursos ordinarios. Mi meta dentro del plan de desarrollo es fortalecer bibliotecas, hace 2 o 3 meses se les entregó dotación de impresoras y computadores a 5 bibliotecas y próximamente continuaremos con el proceso”.

Por su parte, Suescún Barrera dijo: “Desde la Biblioteca Nacional de Colombia no contamos con información sobre los proyectos o acciones adelantadas en los últimos 2 años en el Quindío. Si bien, contamos con varios espacios de intercambio y socialización de las acciones entre el nivel nacional y las regiones, desafortunadamente no hemos contado con la presencia permanente del coordinador o responsable de la Red debido a los constantes cambios en este rol”.

Lo anterior, conduce a otra dificultad: el cambio constante en las coordinaciones de la red de bibliotecas. En esta administración, han cambiado 4 veces de coordinador. ¿Cuáles son las consecuencias de este problema?

Al respecto, Suescún Barrera explicó: “Cuando no se garantiza el perfil y la permanencia del coordinador de la red, es muy difícil generar procesos, ya que esto requiere conocimiento, experiencia y continuidad para realmente entender las dinámicas de la red, sus necesidades y la posibilidad de proyectar acciones que realmente tengan impacto en las bibliotecas y sobre todo en las comunidades y el territorio”.

Recursos

De los dineros recaudados a través de la estampilla Procultura, el 10% corresponde a bibliotecas. El 20 de octubre del 2021, los bibliotecarios entregaron un derecho de petición con número de radicado R- 10476, en el que solicitaban información sobre el uso que se había dado al recurso correspondiente a las bibliotecas de la estampilla Procultura.

La respuesta llegó el 9 de noviembre del mismo año y el documento incluyó un cuadro titulado “Informe de ejecución” en el que exponen el presupuesto que se recolectó por la estampilla, la ejecución y el porcentaje ejecutado de cada una de las vigencias, 2019, 2020 y 2021. Sin embargo, allí no se discrimina cuáles fueron los gastos en los que incurrieron. Lo que añaden es un cronograma del plan de acción de las bibliotecas públicas del Quindío con fecha al 8 de noviembre de 2021.

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La fuente consultada señaló sobre este punto: “Nos interesaba saber qué se gastó y en qué para las bibliotecas. Necesitamos saber con qué contamos si queremos hacer un encuentro regional, una fiesta de la lectura. Eso no lo sabemos”.

Por su parte, en la entrevista realizada por LA CRÓNICA al secretario de Cultura, Rodríguez Brito, agregó: “En el año 2020, el recurso para bibliotecas por estampilla fue de $170.000.000. En el 2021 estampilla bibliotecas fue de $183.982.000 y se ejecutó en toda la vigencia $216.525.000, el excedente se asumió con recursos ordinarios.

Se han beneficiado a 72.390 personas. Para el año 2022 lo presupuestado de estampilla es $174.475.679, se tiene estimado ejecutar en toda la vigencia $600.770.000 para la impresión de libros, promotores de lectura, dotación bibliotecas, tecnología y refrigerios, apoyo actividades. El excedente lo asumirá el departamento con recursos ordinarios ya que la estampilla es insuficiente, se tienen beneficiadas en el primer trimestre de este año a 33.000 personas”.

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Sin conclusiones

Sobre el tema no hay conclusiones, pero sí algunas reflexiones.

“Cuando un departamento no asume o no cumple con su responsabilidad frente a la gestión del patrimonio bibliográfico y documental de su región, se afecta un recurso fundamental para la búsqueda de la identidad y la vinculación social a través de la narrativa del pasado y las percepciones de las personas con relación a su territorio, al no contar con acceso a las colecciones patrimoniales conformadas por conjuntos de objetos y registros de sus prácticas culturales”, opinó Suescún Barrera, coordinadora nacional de la Red de Bibliotecas.