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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Jul 1, 2025 - 7:32 am

El excanciller Álvaro Leyva, tan locuaz después de dejar el Gobierno para desprestigiar al presidente Gustavo Petro, no ha sido así de directo al hablar de los audios que reveló el domingo pasado El País, de España, en los que habrían quedado en evidencia las vueltas que estaría haciendo para tumbar al mandatario, apelando a alianzas de alto nivel en el gobierno de Estados Unidos y usando a manera de simples títeres a unos políticos en Colombia como Vicky Dávila y Miguel Uribe Turbay, y hasta a la vicepresidenta Francia Márquez.

El caso del exministro de Relaciones Exteriores, llevado al Gobierno, según el presidente Petro, “sin ningún cálculo político” pues “se lo merecía al final de su vida”, es un ejemplo de oportunismo político, ese fenómeno que Armando Martini Pietri explicó en El Nacional, de Venezuela, como “lacra que carcome las bases de la democracia y socava la confianza ciudadana. Vicio que corroe las entrañas de la república. Plaga que despedaza los cimientos de la honestidad e integridad en el ámbito político. Práctica inmoral que encuentra terreno fértil en el que florecer, nutriéndose del ego excesivo, la ambición desmedida y la falta de escrúpulos de quienes deben representar haberes e intereses de la ciudadanía”.

Todo eso se puede evidenciar en la imagen de Leyva, pero también en otras figuras del lado del petrismo, porque parecieran seguir un manual al respecto que, entre otras indicaciones oportunistas, recomienda la manipulación y el aprovechamiento de las crisis y las tragedias.

Álvaro Leyva menciona a Vicky Dávila y Miguel Uribe

Lo primero que se le señala a Leyva y le da ese carácter oportunista es que haya visto lo que dice que vio del presidente Petro (entre otras cosas, según sus ya célebres cartas, que es un consuetudinario consumidor de estupefacientes), pero callara mientras hizo parte de su administración. Solo abrió la boca, evidentemente resentido, por haber salido como salió del Gobierno lanzando gravísimas acusaciones sin haber entregado hasta ahora una prueba de lo que dice.

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También es oportunista si los audios revelados por El País indican lo que parece: que en medio del agitado y polarizado panorama político que vive Colombia, Leyva busca ahora “sacar a ese tipo [Petro]” porque, entre otras razones, “el orden público se desbordó”. Para conseguir ese objetivo, según Leyva, debe hacerse un acuerdo nacional con Vicky Dávila como interlocutora válida, aunque para Leyva no tiene futuro (“No va a ser presidente”), e incluso con Miguel Uribe (“¿Qué representa? Hay que meter malos y buenos, pero con representación”).

Este lunes se conocieron otros audios en los que Leyva le respondió a Dávila en otro tono diferente a los difundidos por El País, y dijo que mencionó el nombre de ella porque cree que es una persona con liderazgo. “Es que… No. Es que esa es una grabación de una conversación privada […]. Lo que yo señalo en ese momento es que usted tiene liderazgo”. Dávila también le preguntó a Leyva por qué en los audios de El País se mencionó a Miguel Uribe, y el excanciller respondió: “Nunca. Nunca jamás. Pero jamás, jamás. Mi amistad es con el padre de Miguel Uribe. Es una amistad antigua, y con el hijo del doctor [expresidente] Julio César Turbay”.

Los audios y las presuntas intenciones de Leyva le dan la razón a Petro, que ha insistido desde tiempo atrás en que hay un complot para derrocarlo. Pero el jefe de Estado también aprovecha la oportunidad para restarle bases a lo que ha dicho Leyva sobre su presunta adicción. “Durante meses he sido víctima de la injuria del señor Leyva, y quise simplemente responder a lo que consideraba un acto de venganza bárbaro, canalla, de alguien que simplemente había ayudado de corazón”, dijo el mandatario. Pero por su cabeza no ha pasado la más elemental y efectiva forma de desmentir a Leyva: practicarse un examen toxicológico y mostrárselo al país.

Al quedar Leyva al descubierto por los audios que se conocieron este fin de semana, que lo muestran maquinando a la sombra para tumbar al presidente Petro, se ven seriamente afectados sus señalamientos sobre drogadicción del jefe de Estado. Todo (tanto lo que dice en lo político, como lo que dice en lo personal) parece extraído de un único libreto que tiene el solo propósito de derrocar el Gobierno del que hizo parte.

Oportunismo de alfiles de Gustavo Petro

Desde ningún punto de vista el país democrático aceptaría que el presidente Petro no pudiera terminar su mandato. La única salida es la defensa y el fortalecimiento de las instituciones, incluida, por supuesto, la de la Presidencia de la República. Son inaceptables, vengan de donde vengan, incluso desde el mismo Gobierno en boca del recién nombrado ministro de Justicia Eduardo Montealegre (que no solo propuso el decretazo para convocar a una consulta popular, sino que ahora mueve la idea a todas luces inconstitucional de incluir una papeleta para convocar una asamblea nacional constituyente), las intentonas de ruptura institucional. Son precisamente las instituciones las que han evitado que el país se descuaderne.

Pero con los audios del excanciller también vio una oportunidad Montealegre, que aprovechó la papaya y sostuvo: “El golpe de Estado que está fraguando Álvaro Leyva es una afrenta a la democracia. ¿Quién es el gran titiritero detrás de la marioneta?”. En ese convulso ambiente cae como anillo al dedo la convocatoria a una constituyente, como la que quieren el exfiscal y el presidente Petro.

Las grabaciones de Leyva activaron de inmediato otra actitud oportunista, la del exalcalde de Medellín Daniel Quintero, quien sostuvo que esos audios “revelan que atentado a Miguel Uribe era parte de un plan para hacerle un golpe de estado al Presidente de Colombia”. El exabrupto fue desmentido por el periodista de El País que difundió los audios, Juan Diego Quesada, quien remarcó que “en ningún momento dicen eso las grabaciones, ni siquiera se infiere. Qué irresponsabilidad, qué bajeza. Deja de usar a Miguel Uribe”.

Quintero porfió, continuó con su idea, y le respondió sin ninguna prueba a Quesada. “Juan Diego, las grabaciones del País se suman a la información que nosotros tenemos. Tengo la convicción de que el atentado a Miguel Uribe tenía por objeto tumbar al gobierno. Leyva a su vez tenía a Miguel entre las ficha claves del juego político. Coinciden además los grupos criminales que estarían detrás de ambos hechos”. Pero el periodista español zanjó la conversación con una afirmación tajante con el fin de evitar que Quintero manoseara y manipulara su artículo: “No se suman, Daniel. Para nada. Y yo firmo esa información”.

Los audios de Leyva apenas corrieron la tapa de la olla donde hierve el oportunismo en Colombia, cuyos ingredientes básicos ya los aportó Armando Martini Pietri, cuando agregó en su columna de El Nacional que “el oportunismo político crea un ambiente tóxico en el que la polarización y la desconfianza se vuelven la norma. Los politiqueros que buscan oportunidades para ganar popularidad o asegurarse un respaldo temporal no dudan en utilizar tácticas divisivas y manipuladoras”.

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