Está en una esquina del barrio El Cerro, de Barrancabermeja (Santander), en donde, vestida de blanco y pendiendo de una cuerda roja que está atada a un poste, y con un bolso, espera a que llegue el fin de año para hacer las delicias de los habitantes de ese sector del puerto petrolero.

Por ahora, la escena ofrece, como si estuviera congelado en el tiempo, el momento en que la exsenadora condenada por compra de votos en Barranquilla se evadió de sus guardianes, en un consultorio odontológico del norte de Bogotá, el pasado 2 de octubre.

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El episodio, que avergüenza no solo al sistema judicial colombiano, sino a la sociedad en su conjunto por la burla que representó ese escape, y que representa hoy por el hecho de que las autoridades no hayan podido dar con su paradero, es un ejemplo de las cosas de 2019 que los ciudadanos quieren quemar por lo negativas.

Por ahora, la figura de Merlano representada en el muñeco de Año Viejo en el barrio El Cerro solo llama la atención de los que pasan por la calle 29, al pie del parque Tapias. Pero en la noche de Año Viejo, con sea su quema, se convertirá en una forma de sanción ciudadana, no solo contra la excongresista, sino contra el Estado, incapaz o cómplice.