Luego del histórico encuentro de junio en Singapur con el presidente estadounidense, que solo concluyó con un comunicado sobre la desnuclearización, los analistas consideran que esta segunda cita durante el 27 y el 28 de febrero debe saldarse con medidas más concretas sobre el desmantelamiento del arsenal de Pyongyang.

La normalmente tranquila estación de tren vietnamita de Dong Dang, fronteriza con China, se puso de gala para la llegada de Kim tras un periplo de 4.000 kilómetros a bordo de su tren blindado color verde oliva desde Pyongyang. Se trata del primer viaje de un dirigente norcoreano a Vietnam desde el de su abuelo, Kim Il Song, en 1964.

Vestido con su tradicional traje tipo Mao, Kim saludó sonriente, antes de subir a un Mercedes Benz y partir en convoy en dirección a Hanói.

Al llegar a la capital vietnamí, el líder norcoreano fue vivado por la multitud que aguardaba el paso de la caravana detrás de vallas de seguridad cerca de la Opera. Kim llegó luego al hotel Meliá en donde debe hospedarse esta semana.

El presidente estadounidense, quien optó por una vía más convencional al viajar a Hanói con su Air Force One, aterrizó a las 20:54 hora local en el aeropuerto internacional de Hanoi, después de un vuelo de unas 21 horas que incluyó dos paradas de repostaje, en el Reino Unido y en Catar.

Donald Trump quiso mostrarse optimista respecto a esta cita, asegurando el lunes en Twitter que espera con impaciencia “una cumbre muy productiva”.

Sobre el encuentro se conocen muy pocos detalles. Los dos dirigentes cenarán juntos la noche del miércoles, acompañados por algunos de sus consejeros, indicó a la prensa a bordo del Air Force One la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.

Definir la “desnuclearización”

Kim y Trump mantuvieron el año pasado una reunión en Singapur que terminó con un vago comunicado sobre esfuerzos de Pyongyang para avanzar hacia un desarme nuclear, pero sin plazos ni metas claramente establecidas.

La falta de avances desde entonces ha generado escepticismo entre muchos observadores.

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Stephen Biegun, emisario de Estados Unidos para el Norte, reconoció recientemente que Washington y Pyongyang no se habían “puesto de acuerdo sobre el significado” de la desnuclearización.

Estados Unidos ha reclamado en varias ocasiones un desarme nuclear completo, verificable e irreversible de Corea del Norte.

Pero para Pyongyang, dicho desmonte de su programa nuclear debe venir acompañado del levantamiento de las sanciones internacionales en su contra.

Durante una ceremonia celebrada el domingo en la Casa Blanca, Trump pareció querer reducir las expectativas de un acuerdo global.

“Las sanciones siguen. Todo sigue como está. Pero tenemos un sentimiento especial y pienso que conducirá a algo bueno. Pero tal vez no”, comentó.

Y repitió que no tiene prisa en convencer al Norte de que renuncie a su arsenal nuclear, mientras el país siga sin realizar disparos de misiles.

“No quiero apurar a nadie”, aseguró.

No obstante, desde el Congreso no cesan las presiones para que el jefe de la Casa Blanca adopte una postura más firme.

El influyente senador Marco Rubio, por ejemplo pidió que Washington “maximice” las presiones sobre Pyongyang.

“Los negociadores estadounidenses deben presionar por un acuerdo fuerte que desmantele de forma completa, verificable e irreversible los programas de misiles y nuclear de Corea del Norte”, apuntó en una declaración emitida instantes después de que el avión de Trump despegara hacia Vietnam.

Pyongyang afirma que ya ha tomado medidas, como la suspensión de sus pruebas de misiles o artefactos nucleares durante más de un año, además de destruir las vías de acceso a sus campos de pruebas atómicas.

¿Declarar el fin del conflicto?

Según Harry Kazianis, del grupo conservador Center for the National Interest, las dos partes deberían dar “al menos un paso adelante hacia la desnuclearización” porque “nada sería peor para ambos que salir de la reunión habiendo perdido el tiempo”.

Trump se focalizará más en un discurso según el cual ha obtenido la paz en vez de presionar a Kim hacia la desnuclearización”, predice Scott Seaman, una analista de Eurasia Group.

Para Kim Yong-hyun, de la Universidad Dongguk, el mejor resultado sería que los dos dirigentes se pusieran de acuerdo sobre una hoja de ruta sobre la desnuclearización.

Washington podría prometer seguridad en forma de una declaración oficial sobre el fin de la Guerra de Corea (1950-1953), que terminó con un armisticio, en lugar de un tratado de paz.

La presidencia surcoreana juzgó creíble esta posibilidad. “Creo que existe una posibilidad real”, dijo su portavoz, Kim Eui-kyeom.

Corea del Norte, que desde hace años lleva a cabo reformas en secreto para aligerar un poco el peso del Estado, podría estar interesada en el modelo económico de Vietnam, un país comunista donde el gobierno mantiene el control total del poder pero se beneficia de la economía de mercado.