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El escenario político boliviano experimenta una nueva tensión tras las recientes declaraciones de Evo Morales, expresidente del país, quien denunció públicamente que Javier Milei, actual presidente argentino, habría solicitado al presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, que se encargara de “deshacerse” de él. Morales argumentó que Milei lo señala como un peligro para “la América Latina digna y soberana”, una expresión que utilizó a través de su cuenta en la red social X. Esta acusación pone en evidencia la persistente polarización en la región, especialmente ante el inminente relevo en la presidencia boliviana.
Morales también recordó un episodio previo que involucra a Argentina y a Bolivia: la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, autorizó en 2019 el envío de armas y municiones a Bolivia, durante el gobierno interino de Jeanine Áñez. Según Morales, este material fue utilizado para reprimir a la población durante las protestas sociales en Sacaba y Senkata, donde fallecieron al menos una veintena de civiles en enfrentamientos con fuerzas de seguridad en plena crisis política de 2019.
El contexto de estas denuncias se inscribe en un momento de cambio político relevante: Rodrigo Paz asumirá la presidencia boliviana el 8 de noviembre, rompiendo con casi dos décadas de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Esta transición ocurre en un clima de severa crisis económica, con Bolivia enfrentando escasez de combustibles y falta de divisas, aspectos que Paz busca enfrentar con apoyo internacional. En ese sentido, el presidente electo viajó recientemente a Estados Unidos para entablar contacto con altos funcionarios estadounidenses y representantes de organismos multilaterales, buscando respuestas ante la situación económica.
Otro ángulo de la coyuntura política es el alejamiento del país respecto de antiguos aliados regionales. Durante este viaje, Paz dejó clara su distancia con los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, excluyéndolos de su ceremonia de investidura. Esta decisión llevó a la suspensión de Bolivia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), reflejando un giro diplomático y de alianzas regionales.
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                En contraste, Morales permanece recluido en el Trópico de Cochabamba, rodeado de fieles, luego de que la Fiscalía de Tarija presentara una acusación en su contra por trata agravada de personas y una supuesta relación con una menor de edad, caso por el que Paz asegura que se respetará el accionar judicial. Además, Morales denuncia que ha sobrevivido a un ataque armado en 2022, por el que responsabiliza al gobierno de Luis Arce, aunque hasta el momento no hay investigación formal abierta. A su vez, el gobierno de Arce ha acusado a Morales de disparar contra agentes policiales durante un operativo antidroga y señala a sus seguidores por la quema de vehículos oficiales.
La crisis institucional y el enrarecimiento del clima político en Bolivia continúan exponiendo profundas fracturas internas y una creciente presión internacional. En este delicado panorama, cada actor parece redefinir sus alianzas y estrategias de supervivencia.
¿Por qué se considera relevante la suspensión de Bolivia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)?
La suspensión de Bolivia de la ALBA implica un claro distanciamiento del país respecto a los gobiernos de orientación izquierdista de la región, con los que históricamente mantenía lazos estrechos. La ALBA es una organización regional fundada para promover la cooperación entre países de América Latina y el Caribe desde perspectivas políticas similares. La decisión de Rodrigo Paz de no invitar a los mandatarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela a su investidura fue vista como el factor determinante en la suspensión, lo que deja al nuevo gobierno en una posición de redefinición de su política exterior y de sus alianzas estratégicas.
Este cambio tiene relevancia en un contexto de crisis económica y de búsqueda de nuevos socios internacionales. El rompimiento con la ALBA puede abrir puertas hacia otras instancias de cooperación, pero también significa el abandono de un bloque con el que Bolivia compartía posiciones históricas sobre temas políticos y económicos. El impacto de esta decisión en la política interna y en las relaciones regionales será observado de cerca por analistas y ciudadanos.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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