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Por Anissa El Jabri, corresponsal de RFI en Moscú
El presidente estadounidense Donald Trump ha decidido apuntar contra los dos mayores productores de oro negro de Rusia. Por una lado, Rosneft, cuyo accionista mayoritario es el Estado ruso y afirma producir alrededor del 40 % del petróleo ruso. Y por otro, Lukoil, una empresa privada que asegura producir alrededor del 15 % del petróleo ruso.
A partir de este viernes 21 de noviembre, cualquier empresa que haya decidido seguir trabajando con estas dos compañías puede verse afectada por medidas de represalia de Estados Unidos. Por ejemplo, se le puede privar del acceso a bancos, negociantes o incluso aseguradoras estadounidenses.
Sobre el papel, se trata de una medida muy disuasoria, destinada a impedir que los grandes compradores de petróleo ruso recurran a estas empresas, lo que supondría pérdidas económicas para Rosneft y Lukoil y, en última instancia, para el presupuesto del Estado ruso.
Efectos ya visibles en el oro negro ruso
Ya se han observado efectos en los pedidos de petróleo ruso: hace dos semanas, la agencia Reuters informó de que Turquía había comenzado a recurrir a nuevos proveedores, como Irak y Kazajistán. Al mismo tiempo, la agencia Bloomberg afirmó que las refinerías de petróleo chinas habían comenzado a rechazar los cargamentos rusos.
En general, en las últimas semanas, varios medios de comunicación especializados han informado de una acumulación de petroleros de la flota fantasma rusa en los mares. Estos barcos, que se utilizan para transportar petróleo ruso sin ser identificados, tendrían dificultades para encontrar compradores.
Por último, incluso la prensa rusa se hace eco de ello: el precio del oro negro ruso ha registrado un fuerte descenso en los últimos días, en algunos casos de hasta un 30 % o un 40 %, según el momento.
Exenciones para Lukoil
Las medidas de Donald Trump han comenzado a surtir efecto, pero no todas, y la cuestión es si mantendrán su eficacia a largo plazo. En primer lugar, porque las sanciones, desde que se aplican, independientemente del ámbito, llevan a jugar a las escondidas. Nada garantiza que Rusia no vaya a encontrar otros métodos para eludirlas, como ha hecho con su flota fantasma.
Por otra parte, la administración Trump ya ha comenzado a conceder exenciones a Lukoil: un año, por ejemplo, a Hungría, que alegó no tener tiempo suficiente para dejar de depender del petróleo ruso, y hasta el 29 de abril a Bulgaria. Pero, sobre todo, Lukoil ha solicitado tiempo para vender sus activos en el extranjero: la empresa tiene ahora hasta el 13 de diciembre. Al menos dos empresas están interesadas en la compra: Carlyle y Chevron, ambas estadounidenses.
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