
El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco se celebrará en 2025 en la Capilla Sixtina, siguiendo el protocolo tradicional del Vaticano. Todo comenzará el 7 de mayo con la misa Pro Eligiendo Pontífice, a las 10:00 a. m. (3:00 a. m. en Colombia), seguida del ingreso de los 133 cardenales electores al cónclave a las 4:30 p. m. de Roma (9:30 a. m. en Colombia). Ese mismo día tendrá lugar la primera votación, iniciando así un proceso cerrado y sin comunicación externa, donde los cardenales votarán hasta cuatro veces por día hasta alcanzar el consenso requerido.
Para ser elegido papa, un cardenal necesita al menos dos tercios de los votos, es decir, 87 de los 133 disponibles. Las fumatas negras o blancas anunciarán si hubo o no elección, siendo la blanca la señal de que hay nuevo pontífice, quien será presentado con el tradicional “Habemus Papam”. Entre los principales candidatos destacan Pietro Parolin, Pierbattista Pizzaballa, Matteo Zuppi y Luis Antonio Tagle. El cónclave de 2025 será uno de los más diversos, con cardenales de 71 países involucrados en una de las decisiones más importantes para el futuro de la Iglesia Católica.
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¿Qué nombre debería tener el próximo papa?
Luego de la votación, el cardenal que se acaba de convertir en papa de aceptar que fue elegido. Si su respuesta es positiva, se le preguntará por el nombre que lo acompañará de ahora en adelante como nueva cara de la Iglesia Católica.
Alberto Linero explicó en Mañanas Blu que esto se trata de un cambio que tendrá el escogido “porque cambiar de nombre no es cambiar lo que uno ha sido, sino consagrar lo que está por llegar o le que uno va a hacer”. A su vez explicó que el nuevo nombre “es símbolo de una nueva misión, un nuevo rostro para servir a la humanidad”.
Para Linero, el próximo papa debería llamarse Juan XXIV o Francisco II. “Pasa es que soy muy optimista, espero que sea un Francisco II”, explicó en el programa del medio mencionado.
Juan, en la Biblia, es una figura central del Nuevo Testamento y se le conoce principalmente como Juan el apóstol o Juan el evangelista. Fue uno de los doce discípulos más cercanos a Jesús y hermano de Santiago, ambos hijos de Zebedeo. Es considerado el autor del Evangelio de Juan, tres cartas (1, 2 y 3 de Juan) y, según la tradición, también del libro del Apocalipsis. Destacó por su estrecha relación con Jesús, al punto de ser llamado “el discípulo amado”, y fue testigo de momentos clave como la transfiguración, la última cena y la crucifixión. Su mensaje se centra en el amor, la fe y la vida eterna a través de Jesucristo. Es el nombre que más se ha repetido entre los papas desde que se estableció esta tradición.
“Francisco rompió con siglos de tradición al elegir un nombre inédito, inspirado en el pobre de Asís, señalando desde el primer instante una iglesia de cercanía, humilde y una reforma”, explicó el padre Linero sobre la decisión que tomó Jorge Bergoglio cuando fue elegido y que él espera que continúe en el siguiente papado.
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¿Desde cuándo los papas se cambian el nombre?
La tradición de que los papas cambien su nombre al ser elegidos comenzó en el año 533 con el papa Juan II, cuyo nombre de nacimiento era Mercurio. Él decidió adoptar un nuevo nombre porque consideraba inapropiado que un papa llevara el nombre de un dios pagano.
Desde entonces, todos los pontífices han elegido un nuevo nombre al asumir el cargo, generalmente inspirado en papas anteriores, santos o figuras bíblicas que representan el estilo de liderazgo y valores que desean reflejar durante su pontificado. Esta práctica se ha convertido en una costumbre simbólica que marca el inicio de una nueva etapa en la Iglesia Católica.
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