El papa Francisco fue protagonista este sábado por una sorpresiva visita a un grupo de jóvenes refugiados de guerra ucranianos que reciben tratamiento médico en un hospital pediátrico de Roma, Italia.

Una de las imágenes más conmovedoras se vieron en las redes sociales del Vaticano, en las que se ve al sumo pontífice hablando con una niña con la cabeza totalmente vendada y con un tubo en la garganta, producto de las bombas que cayeron sobre la zona donde vivía, según la entidad religiosa.

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Diecinueve niños ucranianos están siendo tratados actualmente en las dos sedes del hospital Bambino Gesu por cáncer, afecciones neurológicas y graves heridas de guerra causadas por explosiones, señaló El Vaticano.

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En total, son 50 menores de edad de Ucrania que han sido atendidos en el centro asistencial desde que comenzó la invasión rusa en su territorio: “La sangre y las lágrimas de los niños, el sufrimiento de las mujeres y los hombres que defienden su tierra o huyen de los bombardeos sacuden nuestra conciencia”, dijo Francisco en un mensaje a una conferencia de la Iglesia en Eslovaquia el viernes.

La invasión a Ucrania, gestada por Vladimir Putin con el fin de recuperar la influencia de Rusia en esa región, también es un conflicto religioso por el futuro de las iglesias ortodoxas rusas y ucranianas.

Una disputa histórica en la que también ha sido protagonista la Iglesia Católica; sin embargo, con la llegada de Francisco, su gestión se ha destacado por unir a todos los sectores religiosos, sin importar las diferencias ideológicas.

La Iglesia Ortodoxa ucraniana se reafirmó bajo el mando de su patriarca después de la independencia de ese país en 1991, reviviendo una rama separada e independiente de la doctrina oriental. Por el momento, los católicos se movilizan con el ejército ucranio mientras las comunidades ortodoxas se rompen según su fidelidad a Kiev o a Moscú.