“Hace años que estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial a pedacitos, en capítulos, con guerras en todas partes, aunque la guerra en Ucrania nos toque más de cerca”, dijo Francisco en una entrevista en español con las periodistas mexicanas María Antonieta Collins y Valentina Alazraki por el canal de “streaming” ViX de “Noticias Univision 24/7”.

Y “la humanidad sigue fabricando armas”, lamentó el pontífice, para agregar con firmeza que la guerra “esclaviza”, deshumaniza, y que, según el Catecismo católico, “el uso y posesión de armas nucleares es inmoral y no podemos jugar con la muerte a la mano”.

Sobre la invasión de Ucrania por parte de Rusia, Francisco dijo que prefiere hablar de las víctimas antes que de los victimarios, “del país que es agredido” y de las “cosas salvajes que leemos y que ya se sabe quién las hace”.

Se mostró partidario de “dejar la puerta abierta a la conciencia de la persona” y sonrió cuando le preguntaron sobre comentarios en los que se le acusa de ser “filoruso”:

“Me río. La capacidad de opinar de la gente no tiene límite” y muchas de las opiniones se construyen a golpe del último Twitter, dijo.

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El argentino salió luego al paso de los rumores sobre su estado de salud y una posible renuncia: “No tengo ninguna intención de renunciar. Por el momento, no”, afirmó en la entrevista de más de dos horas.

Reconoció que siempre creyó que su tiempo en el Vaticano iba a ser breve, “pero no me di cuenta y ya pasaron 9 años”, dijo, con el humor que ha caracterizado al pontífice, que ha hecho de la búsqueda de “la naturalidad” y de la sencillez una de las marcas de su papado.

Eso sí, confesó que “la rodilla le duele un poco, que se siente algo “disminuido” aunque ahora puede caminar, pero que “nunca”, en cualquier caso, se le ocurrió renunciar hasta el día de hoy.

No obstante, “si veo que no puedo, o hago daño o soy un estorbo” espero la “ayuda” para tomar la decisión de retirarme, acotó. Y expresó su “gran simpatía” por la “bondad” del papa Benedicto XVI, que renunció en 2013, y lleva una vida, sostuvo, de retiro, lectura, estudio y escritura a sus 95 años.

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Apuntó que, llegado el día de su retiro, prefiere ser considerado simple obispo emérito de Roma antes que papa emérito y dedicar sus horas a la confesión de los fieles y la práctica de la caridad y visita a los enfermos en alguna parroquia italiana.

“Si sobrevivo tras la renuncia, me gustaría hacer una cosa de este tipo: confesar e ir a ver a los enfermos”, dijo.