La confrontación convirtió París en el escenario de una inédita revuelta con barricadas, incendios y destrozos públicos en el centro de la capital francesa.

Pese a que las cifras del gobierno francés apuntan a una participación menor que en las concentraciones del 17 y el 24 de noviembre -esta última protagonizada también por las escenas violentas en los Campos Elíseos-, la magnitud de altercados y el número de detenidos (224 en París) evidenciaron la radicalización del movimiento.

Hoy hubo unos 75.000 manifestantes en Francia, según el Ministerio del Interior, frente a los 282.000 del 24 de noviembre y los 106.000 del primer sábado de protestas.

Portestas París
75.000 personas salieron a protestar / EFE

Sin embargo, el número de detenidos superó con creces el de toda la jornada del sábado anterior -103-, y más de 80 personas resultaron heridas, entre ellas 14 policías.

Los Campos Elíseos, conocidos popularmente como la avenida más hermosa del mundo, permanecieron cortados al tráfico desde las seis de la mañana, protegidos por un gran dispositivo de controles e identificaciones para evitar la infiltración de objetos susceptibles de ser utilizados como armas.

Mientras unos 200 ‘chalecos amarillos’ se manifestaban allí de forma pacífica con una pancarta en la que se leía: “Macron, deja de tomarnos por imbéciles”, fuera del área custodiada miles de personas forzaban los accesos lanzando adoquines y cócteles molotov, a lo que las autoridades respondieron con cañones de agua y gases lacrimógenos.

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“Desde muy temprano, individuos equipados y decididos a provocar a las fuerzas del orden se reunieron en el exterior del perímetro establecido. Mostraron una gran violencia en ataques que la propia policía ha calificado de una violencia inaudita”, describió el primer ministro, Édouard Philippe, quien se mostró impactado en particular por el ataque al Arco del Triunfo.

Arco del Triunfo pintado
Arco del Triunfo / EFE

El monumento, que corona la avenida, fue pintarrajeado con el mensaje “Los chalecos amarillos triunfarán” y, horas más tarde, su azotea fue ocupada por un grupo de manifestantes.

Las violentas escenas, nunca vistas a estos niveles en la capital, se extendieron por las avenidas colindantes -Foch, Marceau, Grande-Armée, etc.-, donde suelen instalarse embajadores y diplomáticos, pero también en el otro extremo de los Campos Elíseos, en la calle Rivoli, con barricadas, coches y terrazas incendiadas y comercios destrozados.

Las manifestaciones en otras ciudades del país, como Marsella, Lille o Caen, se desarrollaron sin problemas significativos, salvo acciones concretas como un asalto a la verja de la prefectura de policía en Le Puy-en-Velay (este), que fue controlado por las autoridades, y un enfrentamiento con las autoridades en Toulouse.

“Estamos en la compleja situación de garantizar la seguridad de los ciudadanos cuando apenas logramos proteger a nuestros agentes”, declaró a los medios la portavoz de la prefectura de policía de París, Johanna Primevert, constatando el desbordamiento de las autoridades pese a un despliegue inicial de 4.000 agentes.