El sistema federal estadounidense otorga a los gobernadores de los 50 estados la capacidad de tomar la última decisión, aunque en teoría el presidente podría utilizar su poder para coordinar una estrategia nacional. Hasta ahora, Trump solo ha emitido recomendaciones de distanciamiento social y de teletrabajo hasta finales de abril.

Trump dijo que tenía la “autoridad total” para reanudar la actividad en los estados, pero adelantó: “Una decisión por mi parte, en conjunto con los gobernadores y el consejo de los demás, ¡será tomada pronto!”.

Dos grupos de gobernadores del este de Estados Unidos (incluyendo Nueva York) y del oeste (incluyendo California) no esperaron: anunciaron este lunes que se coordinarían para levantar las restricciones. Pero no hay indicios de que docenas de otros gobernantes hagan lo mismo.

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Después de medio millón de casos identificados, la tasa de infecciones en el país parece estabilizarse.

Estados Unidos “está llegando al pico” de la curva, dijo el director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, este lunes por la mañana a NBC. Pero ello no debería conducir, en su opinión, a suspender las reglas de distanciamiento social y de teletrabajo de la noche a la mañana.

La reapertura será “un proceso gradual, paso a paso, basado en datos”, dijo.

Eso es lo que prometieron gobernadores como Andrew Cuomo, de Nueva York, un estado que ha registrado más de 10.000 fallecimientos, la mayor cifra entre las entidades de Estados Unidos.

El nuevo coronavirus no habrá desaparecido tras el fin del confinamiento. Una gran mayoría de la población habrá logrado evitar contraerlo y, por lo tanto, seguirá siendo susceptible a la contaminación hasta que haya una vacuna.

El objetivo de la primera fase era evitar que muchas personas se enfermaran al mismo tiempo y los hospitales se congestionaran. Pero el virus continuará circulando e infectando.

Para el verano boreal, la proporción de estadounidenses infectados puede ser de entre 2 % y 5 %, señaló Scott Gottlieb, exjefe de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y asesor informal de Donald Trump, el domingo en CBS.

Las autoridades planean reabrir lentamente el grifo mientras monitorean un posible reinicio de la epidemia.

Los planes académicos y de expertos sobre cómo llegar a ese estadio abundan, pero la Casa Blanca aún no ha formulado ninguno.

Donald Trump incluso parecía molesto por declaraciones de Anthony Fauci, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y miembro de la célula de crisis de la Presidencia sobre coronavirus.

El investigador, que se ha convertido en una celebridad, remarcó en televisión que el número de muertes (más de 22.000 hasta este lunes) podría haber sido menor si el país hubiera reaccionado más rápido.

El presidente, a la defensiva después de la publicación de investigaciones que confirmaron que había minimizado el riesgo de pandemia a pesar de las advertencias de sus servicios de inteligencia, retuiteó el domingo un mensaje con la etiqueta #FireFauci, “Echen a Fauci”.

Sin embargo, este lunes la Casa Blanca calificó en un comunicado de “ridículos” los rumores sobre el apartamiento de Fauci. “El Dr. Fauci ha sido y sigue siendo un asesor de confianza del presidente Trump”, señaló el portavoz Hogan Gidley.

“Al final del comienzo”

Todas los expertos dicen que deben realizarse mayor cantidad de pruebas y que debe haber más formas de rastrear los casos positivos y sus contactos, así como que los hospitales deben contar con mayor cantidad de camas.

Los investigadores de la Universidad Johns Hopkins estiman que el país necesitará 100.000 “rastreadores de casos”, pagos o voluntarios. Pero nada está en su lugar.

“Si abrimos todo el país el primero de mayo, no hay duda de que habrá un repunte” de casos de COVID-19, advirtió en CBS Christopher Murray, director del Instituto de Evaluación y Medición de Salud de la Universidad Estatal de Washington, que maneja un modelo de referencia sobre la curva epidémica.

Gottlieb imagina que gobernadores y alcaldes podrán autorizar a las empresas a retomar la actividad con la mitad de sus empleados, o que continúen confinando a los mayores de 65 años.

Andrew Cuomo dijo que Nueva York ampliaría gradualmente la lista de trabajos esenciales cuando llegue el momento.

Pase lo que pase, no habrá una mañana en la que los periódicos anuncien: ‘Aleluya, se acabó’, dijo al llamar a sus electores a que acepten la idea de que el virus viviría con la población durante mucho tiempo, aunque mejor controlado, hasta que una vacuna esté disponible.

En cuanto a las pruebas, el exdirector del CDC, Tom Frieden, dice que muchas son “basura” y que llevará tiempo averiguar cuáles son buenas.