Por: EL NUEVO DÍA IBAGUÉ

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Ago 8, 2025 - 6:12 am
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En un suceso que parece sacado de una serie de suspenso médico, Danella Gallegos, de 41 años, se salvó por segundos de una extracción de órganos programada, al despertar de un coma profundo. Esta impactante historia, que ocurrió en 2022 cuando Gallegos tenía 38 años, ha desatado una tormenta de preguntas éticas, legales y médicas sobre el proceso de donación de órganos en Estados Unidos. El caso fue revelado recientemente por el New York Times, exponiendo posibles irregularidades en los protocolos de donación.

Danella Gallegos, quien en ese momento vivía en situación de calle, fue ingresada de urgencia en el Hospital Presbiteriano de Albuquerque, Nuevo México, tras sufrir un colapso físico cuyas causas no han sido especificadas. En pocas horas, su estado de salud se deterioró rápidamente hasta caer en un coma profundo. Basándose en los protocolos estándar y las evaluaciones neurológicas iniciales, los médicos informaron a su familia que no había esperanzas de recuperación. Desconsolados, sus familiares aceptaron la donación de órganos, esperando que esta tragedia pudiera al menos servir para salvar otras vidas.

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Sin embargo, algo no terminaba de encajar. En los días previos a la extracción programada, la familia de Danella comenzó a notar señales de conciencia que fueron inicialmente descartadas. Específicamente, sus seres queridos observaron que Danella tenía lágrimas en los ojos, un signo que los coordinadores de donación ignoraron, calificándolo como un simple reflejo físico sin relevancia clínica. El mismo día de la intervención, una de sus hermanas le sostuvo la mano y, para su sorpresa, sintió un leve movimiento, otro indicio ignorado por los protocolos iniciales.

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A pesar de estos detalles alarmantes, los procedimientos de extracción de órganos siguieron su curso, y Danella fue trasladada a la sala preoperatoria. Fue allí donde ocurrió lo inesperado: en medio de las persistentes dudas, un médico tomó la iniciativa de pedirle a Danella que parpadeara si podía escucharlo. Para la incredulidad y el asombro de todos, ella lo hizo. En ese instante, los médicos se dieron cuenta de que Gallegos no estaba clínicamente muerta ni en un estado vegetativo irreversible, un diagnóstico que había sido fundamental para la decisión de la donación.

Lo que siguió fue un momento de tensión. Según el reporte del New York Times, un coordinador de New Mexico Donor Services, la organización encargada de la obtención de órganos, insistió en que el proceso de extracción debía continuar, sugiriendo incluso que se le administrara morfina a Danella para facilitar la intervención. Afortunadamente, el equipo médico del hospital se negó rotundamente a proceder, una decisión que, en última instancia, le salvó la vida a Danella Gallegos.

Actualmente, el Hospital Presbiteriano y New Mexico Donor Services se encuentran en medio de una contradicción de responsabilidades. Mientras el hospital afirma que la organización de donación fue la encargada de gestionar todos los aspectos del proceso, New Mexico Donor Services niega cualquier interferencia en las decisiones médicas, sosteniendo que “el control total de la atención al paciente recae en el hospital”. Ante esta disputa, se ha abierto una investigación interna para aclarar las responsabilidades.

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Trabajadores del hospital han declarado que se sintieron presionados por los representantes de la organización para continuar con la extracción, incluso cuando surgieron dudas razonables sobre el diagnóstico de muerte cerebral. “Lo único que les importa es conseguir órganos. Son muy agresivos. Es repugnante”, dijo Neva Williams, una enfermera veterana de cuidados intensivos del hospital, al medio internacional.

Hoy, recuperada físicamente y con una nueva oportunidad de vida, Danella Gallegos reflexiona sobre su experiencia: “Me siento muy afortunada. Recuerdo sentir miedo mientras estaba en coma, pero no mucho más. Lo que me aterra ahora es pensar cuán cerca estuve de no despertar jamás”.

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