Inés Ramírez, una mujer perteneciente a la comunidad indígena de Río Talea, distrito de Sola de Vega, del estado de Oaxaca, México, marcó un precedente en la historia de la medicina. Pues, su gallardía la llevó a realizarse una intervención quirúrgica solo con un cuchillo y mucha sabiduría.

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Ramírez estaba en sus últimos meses de embarazo cuando su salud se complicó. El abandono y la falta de atención médica en la zona, la hizo tomar la decisión de traer al mundo a su hijo por sus propios medios. Pues, el olvido del Estado era evidente, para llegar desde su caserío hasta la clínica más cercana tenía que viajar más de ocho horas. Lo mismo para conseguir ayuda de alguna partera. Así que se realizó una autocesárea sin anestesia ni instrumentos adecuados.

Lo más increíble, es que esta valiente mujer sobrevivió para contarlo y también para convertirse en un referente histórico excepcional.

Era el 6 de marzo del año 2000, cuando Ramírez empezó a sentir unos dolores indescriptibles e intensos. Su hijo que llevaba cerca de 10 meses en su vientre dio aviso de que nacería. La mujer estaba completamente sola, ya que su esposo no se encontraba ese día con ella y por la lejanía de su vivienda no contaba con vecinos. Pero eso no fue impedimento para esta mexicana, quien resuelta y decidida se preparó para traer a su pequeño a la vida.

Buscó una silla y un cuchillo de cocina y midió con cautela su barriga y ejecutó el corte con precisión. Aunque esto le generó una hemorragia, su bebé nació ileso.

Como era de esperarse, Ramírez cayó herida y agotada sobre un tapete aferrada a su niño. Tras unas largas horas de soledad y dolor, apareció como de milagro un señor que al verla en tan mal estado acudió a ayudarla. Sin anestesia el hombre procedió a cocer la piel con una aguja y algodón. Fue tan acertado el corte de Inés, que resultaron ser los 12 cm necesarios para esta intervención.

Al llegar al hospital de San Pablo Huaixtepec en Zimatlán, Inés fue intervenida quirúrgicamente durante tres horas para restaurar los daños sufridos en su vientre. Al paso de cinco días, ella y su hijo pudieron retornar a su caserío.

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Un dato curioso, es que Ramírez no confiaba en la labor de las parteras. Pues, meses antes en el parto de su anterior bebé le fue muy mal, ya que perdió a su hijo, según ella por una mala maniobra. Por tal razón, confió en sí misma y decidió hacerse la autocesárea. “Nunca sentí miedo ni siquiera cuando me abrí el vientre, solo cuando llegué al hospital fue que temí por mi vida”, señaló para medios mexicanos.