Las imágenes intervenidas son de la Virgen María con el Niño Dios y Santa Ana, otra de la Virgen y el Niño, y otra de San Pedro. Las esculturas, que habitan en la ermita del pueblo, y que en otro momento fueron muy sobrias, ahora tienen colores como fucsia, azul rey y “verde lechuga”, informa El País.

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Pese a que parece una pérdida irreparable, Luis Suárez Saro, profesor de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias y restaurador, dijo que las imágenes pueden regresar a su estado original siempre y cuando la mujer que las modificó no les haya retirado el revestimento de policromía antes de pintarlas.

El consejero de Educación y Cultura, Genaro Alonso, ordenó la apertura de una investigación por el hecho, que podría afectar al propio sacerdote local por presuntamente haber permitido que la pintura fuera aplicada. Además, aseguró que “eso no fue una restauración; fue una venganza”, cita Cadena Ser.

María Luisa Menéndez, la mujer que intervino las imágenes, le dijo a El Comercio:

“Yo no soy una pintora profesional, pero siempre me gustó, y las imágenes tenían mucha falta de pintarse. Así que las pinté como pude, con los colores que me parecieron, y a los vecinos les gustó”.

Esta no es la primera vez que se hacen restauraciones lamentables de obras en España. Una de las más recordadas fue en 2012, cuando una mujer mayor restauró un retrato de Cristo en Zaragoza y lo convirtió en un ícono de las redes sociales. El otro fue más reciente, cuando un profesor de manualidades dañó una estatua de San Jorge de más de 5 siglos de antigüedad, en Navarra.