Fueron media docena de funerarias noruegas las que pidieron ayuda, entre ellas el negocio de la familia Lande, dedicada a esta actividad desde hace 3 generaciones.

“Cuando llegaron las medidas contra el coronavirus, resultó que fueron eficaces no solo contra el coronavirus, sino también contra otros virus”, explica a la agencia AFP Erik Lande, líder del negocio familiar en el sur del país.

Ari Behn

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“Hasta tal punto que una parte de los ancianos y de los enfermos que habrían muerto en tiempos normales se han volatilizado”, añade.

De unos 30 al mes normalmente, el número de puesta en ataúd cayó, según él, a menos de 10 en las semanas siguientes a la aplicación de un régimen de semiconfinamiento. Y ninguna por COVID-19.

Para pagar los costos fijos, como el alquiler y el seguro, Landes Begravelsesbyra ha recibido casi 32.000 coronas (casi 3.000 euros, 3.400 dólares) de dinero público.

El 12 de marzo, Noruega impuso las medidas “más invasivas” que ha conocido en tiempos de paz: cierre de colegios, bares y muchos espacios públicos, prohibición de encuentros deportivos y culturales y reducción de los viajes al extranjero.

Estas medidas han contribuido a frenar la epidemia, a diferencia de la vecina Suecia, que ha optado por un enfoque mucho más flexible y donde el virus persiste.

Perro enfermo

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De las aproximadamente 573.000 muertes en todo el mundo por la enfermedad, solo 253 se han registrado en Noruega. El país de 5,4 millones de habitantes ya no tiene enfermos de coronavirus en cuidados intensivos y solo un puñado de personas siguen hospitalizadas.

Gracias probablemente al aislamiento de los ancianos y al respeto del distanciamiento social, la mortalidad parece incluso haber disminuido. Noruega contabilizó un 6 % menos de muertes en mayo que un año antes, y un 13 % en junio.