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Tres ghaneses extraditados serán juzgados en Estados Unidos tras una larga investigación del FBI. Se les acusa de estafa sentimental a gran escala en Internet y de haber robado 100 millones de dólares entre 2016 y 2023. Al frente de una inmensa red internacional, estas personas detenidas en Ghana seducían en línea a occidentales, sobre todo de Estados Unidos y Europa, para extorsionarles y robarles dinero.
Por Clothilde Hazard
Los tres hombres ghaneses, de entre 36 y 40 años, estaban al frente de una red a la que llamaban “la Empresa”, se autodenominaban “los presidentes” y a las víctimas las llamaban “clientes”. En las redes sociales, cambiaban su identidad para seducir a personas solitarias, vulnerables y, a menudo, mayores, poco familiarizadas con las nuevas tecnologías digitales. Para sacarles dinero. Actuaban gracias a una amplia red de intermediarios estafadores que les permitían blanquear el dinero y les hacían casi imposibles de rastrear.
“No trabajan solos. A veces, tres estafadores atacan a la misma víctima al mismo tiempo”, explica Suleman Lazarus, investigador especializado en cibercriminalidad que ha estudiado su organización. Al final del día, se reparten el botín. Tienen cómplices en todas partes. El organizador puede enviar a otras personas a Costa de Marfil o Camerún, por ejemplo, para que participen y actúen en su nombre, y luego les paga”, explica.




En África Occidental son muy conocidos y están muy extendidos. En Nigeria se les llama “Yahoo boys” y en Ghana “Sakawa boys”. «La mayoría de la gente no considera a estos estafadores como delincuentes. Los estafadores gozan de un estatus más elevado gracias a su dinero y su generosidad. No son solo estafadores, pueden ser directores de discográficas o músicos, por ejemplo, y a menudo redistribuyen el dinero entre su comunidad”, precisa Suleman Lazarus.
Los estafadores utilizan cada vez más la inteligencia artificial para modificar su voz y manipular fotos y videos cada vez más realistas. Muchas víctimas caen en la trampa.
Es el caso de Isabelle, de 62 años. Tras un difícil divorcio y obligada a jubilarse, se encuentra viviendo sola. Un hombre que se hacía pasar por un actor muy conocido en Perú, Marco Zunino, la contactó por Facebook en diciembre de 2021. Hablaron durante seis meses y pasaron horas al teléfono. Luego, él comenzó a pedirle dinero por motivos urgentes. Isabelle, enamorada, cedió y, a lo largo de los años, le dio cerca de 29.000 euros.
“Durante tres años, fuimos como una pareja, lo hablábamos todo. Es como una droga, cuando empiezas a tomar drogas, ya no puedes parar. Es exactamente el mismo sistema. Es estar adoctrinado, es estar manipulado. A mí me hizo tanto daño que me alejó de la vida de mis hijos. Pasé más de un año sin hablar con ellos. Solo una de mis cinco hijas me habla ahora, eso es todo”, confiesa Isabelle.
Esta dependencia emocional la sumió en una profunda depresión. Isabelle no conseguía salir adelante. Se daba cuenta de que era víctima de un estafador, pero le costaba creerlo. Presentó tres denuncias. En Facebook, las víctimas intentan ayudarse entre sí y prevenir este tipo de delitos, como en la página “Asistencia a víctimas de estafadores sentimentales, A.V.A.S.”, pero esto sigue siendo insignificante frente a la magnitud del fenómeno.
No hay cifras precisas sobre las estafas románticas, pero están aumentando. En Estados Unidos, las estafas en línea, en su conjunto, aumentaron un 33 % en 2024 y representaron cerca de 16.000 millones de dólares en ese año.
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