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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 2, 2025 - 6:11 am
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En un lunes convertido en fiesta nacional por decisión del Gobierno, cerca de 15,000 jóvenes, entre ellos sirios e iraquíes, vibraron con la visita del pontífice estadounidense en la plaza central, un espacio colmado de música y vítores. La expectación era palpable: los allí presentes habían aguardado durante horas la llegada del líder religioso, quien finalmente apareció abordo de un carrito de golf, recorriendo lentamente el lugar mientras los jóvenes expresaban su emoción con canciones y gritos. Según la crónica recogida, este encuentro no solo representó un evento ceremonial, sino también un punto de catarsis colectiva para una juventud marcada por la incertidumbre y la adversidad.

La interacción entre el pontífice y los jóvenes permitió que estos compartieran de manera directa sus inquietudes más profundas. Relataron sus temores frente a una realidad llena de peligros, la constante amenaza de una guerra inminente, la devastación que dejó la explosión en el puerto de Beirut en 2020, así como las dificultades generadas por la inestabilidad económica. Frente al papa, hablaron también del dolor de la migración forzada y del sentimiento constante de inseguridad, aludiendo de manera explícita a los bombardeos recientes en el sur del Líbano a pesar de la tregua instaurada un año atrás.

En respuesta, el pontífice, cuyo mensaje fue pronunciado en francés, resaltó la resiliencia y el coraje demostrados por los jóvenes ante la adversidad. Les describió como “estrellas luminosas en una noche oscura”, destacando cómo, en medio del sufrimiento, aún logran encontrar motivos para la esperanza y vislumbrar el inicio de un nuevo día. Esta imagen pretendía transmitir a los jóvenes la idea de que, pese a los contratiempos, existe una posibilidad genuina de restaurar la confianza y descubrir nuevas oportunidades incluso en los peores escenarios.

Recordó, además, que la historia del Líbano ha sido forjada tanto por páginas gloriosas como por graves heridas, y subrayó que estas últimas trascienden las fronteras nacionales, pues derivan de dinámicas sociales y políticas complejas. Esta reflexión busca poner en perspectiva los desafíos que enfrenta la sociedad libanesa, situando a la juventud como protagonista en la construcción de soluciones y en el proceso de sanación del tejido social.

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El pontífice instó a los jóvenes a no dejarse vencer por el desencanto de heredar un mundo marcado por la guerra y la injusticia social. Por el contrario, los animó a reconocer en sí mismos la semilla del cambio, recordando que poseen el tiempo y la energía suficiente para transformar el presente y dibujar un futuro esperanzador. Según palabras del mandatario religioso, la resistencia auténtica frente al mal no radica en responder con violencia, sino con amor, fomentando así la reconciliación y la ayuda mutua. Insistió en que la juventud tiene un papel esencial en tejer nuevas relaciones, aun en medio de la diversidad cultural y religiosa, y en erigir un mundo mejor que el recibido.

¿De qué manera la juventud puede influir positivamente en un contexto de guerra e inestabilidad económica?
En sociedades afectadas por conflictos y crisis económicas, el papel de la juventud cobra especial importancia debido a su capacidad para impulsar el cambio y fortalecer la cohesión social. Temas como la resiliencia, la creatividad y la solidaridad son esenciales para forjar caminos innovadores hacia la paz y el desarrollo. El mensaje del pontífice subrayó que, a pesar del peso que implica enfrentar adversidades heredadas, la juventud tiene el potencial y la responsabilidad de construir puentes, promover la reconciliación y plantear nuevas perspectivas que alejen a su país de los ciclos de violencia.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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